Confusiones comunes
La distinción entre instrumentos, objetivos, causas y consecuencias, se torna esencial para la eficacia de las políticas públicas, púes permite asignar el énfasis de las gestiones públicas de manera equilibrada y concentrar los esfuerzos en los temas que realmente son significativos y urgentes.

Inclusive a nivel de profesionales  que estudiaron economía o carreras afines se encuentra mucha confusión entre lo que es una causa y una consecuencia, entre lo que es un instrumento y un objetivo. Esto no permite hacer diagnósticos adecuados sobre temas económicos, peor aún adoptar políticas económicas adecuadas.

Un ejemplo que ilustra lo anotado hace referencia a cómo catalogar al régimen cambiario de la dolarización como un gran objetivo nacional o su fortalecimiento como una meta de un programa económico. Es bastante más certero asignarle a la dolarización como un instrumento que si se la acompaña de una buena política económica puede brindar buenos resultados. En este caso, el objetivo debe ser alcanzar un crecimiento económico sostenido en el tiempo con estabilidad macroeconómica, donde la dolarización actúa como un instrumento que ayuda a alcanzar esos objetivos. Estas distinciones son relevantes, pues demuestran que la dolarización sin un manejo fiscal ordenado, sin gestiones que permitan alimentar la entrada de dólares como son las exportaciones, el financiamiento externo, las remesas y la inversión extranjera, sin una supervisión y supervisión financiera eficiente, entre otras acciones, no va a resolver por sí sola los problemas económicos. A la dolarización hay que asignarle el rol que le pertenece, ni más ni menos. No es ni la solución de todos los males ni la causante de todos los problemas. Una administración fiscal irresponsable donde los desequilibrios sean altos y sin financiamiento, con endeudamiento público excesivo, por ejemplo, pueden generar condiciones para que la liquidez empiece a escasear amenazando la propia dolarización sin que ella por si sola actúe. Imponer restricciones al libre flujo de capitales como tasas impositivas excesivas al ingreso de dólares, elevados aranceles o impedir acuerdos comerciales, serían acciones contrarias a fortalecer la dolarización y podrían convertirse en las causas de un debilitamiento del régimen cambiario.

El Ecuador se ha vuelto un adicto al endeudamiento público y recurrentemente presenta déficits fiscales crónicos. Más allá del financiamiento que aplique como emitir más deuda pública interna o externa, buscar mayores impuestos vía ajustes tributarios o diferir proyectos de inversión que demanden gastos fiscales significativos, la raíz del problema proviene de un tamaño fiscal totalmente excesivo que produce los desequilibrios fiscales y convierte a la deuda pública como casi la única forma de "resolver" el problema. Por lo tanto, aplicar una política fiscal que, aunque de forma gradual, vaya optimizando el gasto público, alimente fondos de ahorro fiscal y garantice ingresos fiscales permanentes y estables, serían los instrumentos que podrían permitir un menor tamaño estatal y resuelvan esa dependencia de necesitar cada vez mayor cantidad de deuda. En este caso la reducción de gasto actúa como un instrumento para la solución de un problema estructural que es la sanidad fiscal. Vale la pena anotar que al término del primer trimestre del 2025, a nivel del Presupuesto del Estado, los gastos crecen al 13% anual mientras los ingresos aumentan al 3.5% anual, lo que claramente demuestra que se está yendo en una ruta contraria a la solución de un problema fiscal crónico a pesar de la reforma tributaria aplicada y del registro de las auto retenciones como ingresos permanentes cuando deberían ser contabilizados como fuentes de financiamiento.

En términos de la política económica, sin embargo, en ocasiones no es un tema simple distinguir objetivos de corto plazo yr metas a largo plazo. Una forma de ilustrar lo anotado es la presencia de subsidios estatales ineficientes como el vigente en el precio del gas y del diesel. El establecer precios reales a estos productos, es decir, eliminar subsidios abiertos y generales, pero sin dejar de lado la posibilidad de subsidiar pero de manera focalizada a sectores que requieran el apoyo del estado como el transporte de carga, el transporte púbico o la pesca artesanal, para citar actividad vinculadas al consuno del diesel, son casos donde la decisión es un instrumento que permite a corto plazo ayudar a los ingreso fiscales y con ello contribuir a un objetivo mayor y de un plazo mayor que es la sanidad fiscal.

La equivocada política de atribuirle al estado un rol que no le corresponde también puede considerarse una causa de desperdicio de fondos púbicos que alimenta el desorden y el excesivo tamaño del estado, los que son realmente la consecuencia de estas decisiones erradas. Un estado que pretende aumentar la producción petrolera sin lograrlo, que administra un sector como el eléctrico sin hacerlo de forma eficiente o que administra empresas de telecomunicaciones con resultados deficitarios, son ejemplos de razones de desperdicio de fondos con la consecuencia de finanzas públicas débiles y poco sostenibles. 

La distinción entre instrumentos, objetivos, causas y consecuencias, se torna esencial para la eficacia de las políticas públicas, púes permite asignar el énfasis de las gestiones públicas de manera equilibrada y concentrar los esfuerzos en los temas que realmente son significativos y urgentes.

Es importante también reconocer que tomar decisiones observando y analizado el bosque y no solo un conjunto de árboles, entender que algunas acciones son políticamente costosas a corto plazo pero beneficiosas a largo plazo, son consideraciones que debe tener en cuenta el hacedor de la política económica y el gobierno de turno. No descuidar la oportunidad en las decisiones, la profundidad de las mismas y la dirección de las políticas al tiempo de saber comunicar las mismas y entender que muchas veces lo perfecto es enemigo de lo bueno, son algunas de las formas de generar confianza y certidumbre. (O)