Somos espejo: adultos y emociones en la violencia escolar
No basta con condenar. Debemos educar. No basta con protocolos: necesitamos empatía. No basta con ver: es momento de actuar.

Hace pocos días, en un colegio de Quito, se registró un episodio que impactó a todos: dos estudiantes se agredieron físicamente, mientras compañeros las alentaban, grababan —y un adulto permanecía inmóvil ante la escena.*** Este video se viralizó, encendiendo una ola de críticas sobre el nivel de violencia entre jóvenes y la inseguridad en el Ecuador. Pero en lugar de quedarnos en el reproche, este hecho nos obliga a mirar un espejo más profundo: ¿que enseñanza emocional les estamos dejando a nuestros niños?

1. Un llamado urgente a la educación emocional

Los niños no nacen sabiendo gestionar emociones o resolver conflictos. Lo aprenden por imitación. En el hogar, en la escuela y en la calle, absorbemos los modelos de quienes nos rodean. Si estos modelos legitiman:

  • resolver a golpes,
  • gritar para imponerse,
  • ignorar al otro como respuesta,
  • o permanecer de brazos cruzados ante la injusticia,

...estamos enseñando con el ejemplo que la violencia y el silencio ante ella son formas aceptables de interacción.

Alfabetización emocional: una herramienta que transforma

Investigaciones confirman que la educación emocional —enseñar a identificar, expresar y regular sentimientos— mejora la convivencia, el rendimiento académico y la salud mental facebook.com+1facebook.com+1rieoei.org. Cuando niños y adolescentes adquieren competencias como autoconciencia, empatía, comunicación asertiva y manejo de conflictos, pueden resolver sus problemas sin recurrir a los gritos o golpes .

2. La familia: semillero emocional

El hogar es el primer aula. Si allí se reprime, se ignora o se impone sin diálogo, los niños aprenden a no expresar emociones o resolver rolazos entrenados por el miedo. Por el contrario, cuando los padres:

  • escuchan sin juzgar,
  • validan sentimientos como tristeza o enojo,
  • modelan perdón, calma y autocontrol,
  • y enseñan que pedir ayuda es fortaleza,

...entregan herramientas emocionales para la vida.

Estudios muestran que un clima familiar afectivo, con buen vínculo y comunicación abierta, fortalece las habilidades emocionales en la adolescencia facebook.com.

3. La escuela: segundo hogar, segunda oportunidad

La violencia escolar no surge en un vacío: refleja lo que sucede en la sociedad. En Ecuador, UNICEF reporta que los actos agresivos entre estudiantes —físicos, psicológicos y digitales— son frecuentes unicef.org+1andespediatrica.cl+1.

Pero la escuela no está obligada solo a contener. También puede enseñar. Instituciones que integran contenidos socioemocionales y promueven mediación de conflictos fortalecen la convivencia facebook.com+15polodelconocimiento.com+15repositorio.uflo.edu.ar+15. Modelos como CASEL o programas de habilidades para la vida (OMS) favorecen la empatía, el diálogo y la resolución responsable de problemas es.wikipedia.org.

4. Sociedad: cultura que construimos

¿De qué sirve condenar después sin tomar acción antes? La cultura que celebra o comparte violencia es la misma que reproduce agresión. Cuando difundimos videos de peleas sin cuestionamiento, estamos legitimando ese comportamiento.

Y la actitud del espectador —animar, grabar o ignorar— no es inocente:

  1. El animador refuerza el mensaje: "si golpeas, aplaudo".
  2. El que graba prioriza el espectáculo por encima de contener o proteger.
  3. El que calla elige no intervenir, avalando implícitamente la agresión.

La sociedad debe asumir la responsabilidad de intervenir, proteger y luego educar hacia formas de convivencia más sanas.

5. Propuestas para romper el ciclo

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Cada adulto —padre, docente, vecino— puede decidir no mirar para otro lado, intervenir con calma, o contraponer un gesto amable al caos.

 

6. El valor de gestionar emociones sin tabúes

Se habla poco de ello: gestionar emociones no es debilidad, sino fortaleza. Llorar, decir "perdón", pedir ayuda, frenar la ira: son actos de coraje. Como adultos, dar ese ejemplo no debilita, enseña.

7. Cuando el espectador decide actuar, no solo mirar

Intervenir es posible y necesario:

  • Separar a los agresores sin violencia.
  • Preguntar si alguien está herido o quiere ayuda.
  • Buscar a una autoridad con calma.
  • Registrar lo esencial solo para informar, no viralizar.

8. Un llamado final: formemos corazones, no solo estudiantes

El episodio en ese colegio de Quito es un espejo de lo que podemos ser. Si continuamos enseñando violencia con silencios y modelos equivocados, cosecharemos más agresión.

Pero si nos atrevemos a formar corredores emocionales saludables, dialogantes y empáticos, estaremos sembrando una generación capaz de enfrentar desafíos con inteligencia emocional, sin miedo ni violencia. Porque una sociedad pacífica no se construye con leyes, sino con corazones formados para comprender y escuchar.

Conclusión: No basta con condenar. Debemos educar. No basta con protocolos: necesitamos empatía. No basta con ver: es momento de actuar.

Este espacio de opinión nace del compromiso con nuestra juventud: no permitamos que la indiferencia sea la herencia que dejamos. Formemos adultos capaces de vivir y convivir desde la emoción sana.

  • Registrar lo esencial solo para informar, no viralizar. (O)