El intuir filosófico-social
La proyección temporal y espacial de la intuición permite identificar la causalidad y, en consecuencia, elaborar en las concepciones.

El vocablo "intuir" proviene del latín intuito. Lo define el Diccionario de la Lengua Española como la facultad de comprender las cosas en forma instantánea, sin necesidad de razonamiento. Agrega la Real Academia Española que equivale a un "presentimiento". En el plano filo-psicológico, es una aptitud del hombre para captar los fenómenos que acaecen en el entorno, para elaborar sobre ellos y reaccionar en consecuencia. Todo en observación somera... "a primera mano", relacionada con la capacidad innata para absorber inteligentemente los mensajes recibidos. Empero, estas conceptuaciones no son precisas en su influjo filo-sociológico y sociopolítico.

En su obra Decisiones instintivas: la inteligencia del inconsciente, el psicólogo alemán Gerd Gigerenzer (1947) afirma que el ser humano -en sus distintas exposiciones de vida- arriba a juicios y acciones en función de intuiciones. Es así, sostiene, en tanto la intuición "es una inteligencia del inconsciente". Declara ser contrario a asumir la intuición como fenómeno esotérico, y a reputarla de prejuicio. Aboga por la intuición en términos de "mecanismo inconsciente", fruto de la evolución antropológica del hombre.

La "intuición" demanda de agudeza y de talento. Ello nos conduce a René Descartes (1596-1650), para quien la inteligencia -que en la teoría cartesiana es la razón- se manifiesta en dos actos conducentes al conocimiento. El primero es la realidad externa; cuando la observamos y vivimos origina la experiencia. El segundo corresponde a las derivaciones de la intuición. Las personas carentes de perspicacia y sagacidad en su observación de los acontecimientos sociopolíticos yerran en ponderar las ramificaciones de aquellas intuiciones alejadas de algún principio objetivo. Por su lado, los actores políticos cortos en decencia, colmados de ambición corrupta, se dejan guiar por una interesada y defectuosa intuición. Al estar la percepción contaminada de codicia y de avaricia ética, el político es incapaz de discernir inteligente y honestamente. Su intuición está limitada a lo inmediato... deja de preocuparse de las secuelas. En el camino arrastra a facciones igual inhábiles para ir más allá de lo próximo.

En la teorización cartesiana, la intuición es la "concepción de una mente pura y atenta, que no deje duda sobre aquello que entendemos". En esta, la intuición no es un proceso, pero la captación de una "verdad clara". Luego viene la deducción, que en Descartes sí que es un sumario... de pensamiento, a título de lo que denomina "cadena de razones sucesivas". Sin que sea exclusiva de estas, en las sociedades endebles en cultura política siendo que la intuición de sus líderes tiende a estar viciada, la siguiente etapa del proceso será también imperfecta. Todo confluye hacia relaciones sociales colmadas de inmoralidad.

El político inmoral, autorizado o no en inteligencia, transmite a sus seguidores una intuición alejada de la verdad. La subsume en un maligno esquema de confusión. Esa anarquía ética permite al impúdico perennizar su poder a costa del bienestar general, que cínicamente proclama ser su norte cuando en realidad es todo lo contrario. Es el caso del populismo y de la ultraderecha política. Los cabecillas de uno y de otra participan su intuición a conveniencia, o más bien acomodan la percepción a la deducción pretendida. Para ello otorgan a la intuición el carácter de mero medio al fin perseguido. La representación del mundo, en las dos deformidades políticas, es tergiversación de las relaciones sujeto-objeto y objeto-tiempo. Para estos malhadados movimientos -abortos de la democracia- el "intuitivo sujeto que intuye" produce un conocimiento que es solo grafía de intereses de la camadilla.

Retomemos la metafísica con Arthur Schopenhauer (1788-1860), aquel alemán del pesimismo filosófico. Su pensamiento en la materia puede resumirse en la frase "El mundo de la reflexión descansa sobre el mundo intuitivo". Implica un entendimiento puro para el cual los conceptos son irrelevantes, en tanto lo importante es, ante todo, comprender el algo vivencial y conductual como factor de sobrevivencia en un entorno siempre contingente... adverso hacia el hombre y, por ende, socialmente hostil. Los conceptos schopenhauerianos toman forma en la intuición, pero no influyen en esta. Será siempre la intuición la que prevalezca. El filósofo desarrolla tres formas del conocimiento a priori de la intuición. Refiere al tiempo, al espacio y a la causalidad, que los denomina "principio de razón". La proyección temporal y espacial de la intuición permite identificar la causalidad y, en consecuencia, elaborar en las concepciones.

A través de la "intuición ética" podemos llegar a conclusiones harto más eficientes de si lo hacemos llenando nuestra psique de información inútil. Sin embargo, en los agentes sociales fundamentalistas la intuición no responde a inteligencia alguna, pero a manipulación perversa. De allí el imperativo de no dejarnos sorprender. (O)