Hay una ridícula frase atribuida al famoso gánster Che Guevara que se apropiaron sus acólitos y la repiten creyendo que con eso están diciendo algo sensato, ideológico, interesante y profundo. "Hasta la victoria siempre" es una de esas frases que se reproducen como eslogan (de una franquicia política) que son huecas y peligrosas, y que la gente corea como loritos sin detenerse a pensar lo que significa. Suena épica, inspiradora, casi inmortal, pero la realidad es que es una demostración aberrante de autoritarismo y, si vamos un poco más allá, de algún trastorno sicológico.
Esta frase implica adoptar una posición unilateral que no admite contradictores. Si hay un vencedor, quiere decir que hay vencidos. Ganar es vivir, perder es morir. Lo primero que hay que pensar al analizar la mentada frasecita, antes que la victoria, es que el que la menciona está buscando algo. Si el objetivo es la victoria, quiere decir que no la tenemos. Cuando buscamos, es porque carecemos. Y cuando la victoria es el único objetivo, se vuelve peligroso y preocupante el desafío por vencer. Si gano, alguien pierde y esta frase es la demostración del pensamiento guevarista de denostar a los otros, a los que pierden, que son usualmente los que piensan distinto a los vencedores.
No es ganar una carrera o un partido de fútbol, que está bien cuando es una competencia leal. Como también está bien perder, porque es lo natural. Esta martillada frase es una consigna. Una declaración de guerra. Un propósito que implica ganar, siempre, a cualquier costo y hemos visto que quien tiene eso en la cabeza, intenta ganar de manera desleal, sin importar la forma.
Es, en definitiva, la búsqueda desde quien no ha ganado. Por eso, quien la menciona es un perdedor que busca imponer una única visión del mundo: la suya. Por eso la repiten como un cliché ideológico. Entienden que la victoria no es un lugar al que se llega, sino un destino prometido, inevitable. Por eso, al ser esto utópico, la realidad ha demostrado que esa consigna es más útil como póster que como proyecto de vida.
Es otra forma de decir que el fin justifica los medios, sin importar nada más que la victoria. Sin duda, lo primero que hay que preguntar es: ¿victoria de quién? Porque en nombre de esa promesa abstracta se justifican dictaduras, fusilamientos, persecuciones y, sobre todo, la miseria de generaciones enteras. La victoria, de esta manera, promueve la idea de que la moralidad de las acciones no importa siempre y cuando se logre el objetivo deseado.
La frase también encierra una trampa: convierte el sacrificio en destino. El sufrimiento cotidiano deja de ser una anomalía y pasa a ser un requisito necesario para alcanzar ese triunfo eterno que, paradójicamente, nunca se concreta. Es la zanahoria frente al burro: el pueblo corre detrás de una promesa que siempre está un paso más allá.
En la práctica, "hasta la victoria siempre" ha significado todo menos victoria. Ha sido la excusa perfecta para normalizar la pobreza, para aceptar la falta de oportunidades como un sacrificio heroico, para aplaudir la resignación disfrazada de resistencia. Se pide aguantar hoy para ganar mañana, pero ese mañana nunca llega.
Tal vez sea hora de dejar de repetir consignas. Porque la historia ha demostrado que lo que se perpetúa no es la victoria, sino el sacrificio. Porque lo único que ha traído esa frase es la victoria de la miseria, que es lo único que representa. La frase que resume mejor lo que se ha vivido no es la que suena épica en murales y discursos, sino la amarga y real: hasta la miseria siempre.
La miseria no es romántica, no tiene barba ni boina con estrella. Tampoco la victoria, ya que, si revisamos la historia y nos quitamos la camiseta con su icónica foto, el Che no ganó nada salvo el marketing y derrocar a Batista en Cuba. El Che es la única persona que perdió todas sus guerras, pero terminó estampado en millones de camisetas vendidas en centros comerciales capitalistas y en posters que se venden por todo lado. El símbolo del antiimperialismo convertido en souvenir turístico. Esa sí que es una victoria irónica: la del capitalismo vendiendo al Che como marca registrada. Si no es victoria siempre, es al menos victoria en camisetas.
Tal vez la frase verdadera, la que nunca imprimieron en las camisetas, era esta: Hasta la miseria siempre. Y sí, puede que no sea tan heroico, pero por lo menos es sincero. (O)