Jane Goodall fue reconocida por su trabajo pionero como primatóloga, destacada conservacionista y ferviente educadora, convirtiéndola en una de las voces británicas más prominentes en la comunidad activista y científica a nivel mundial. Tuve el gusto de conocer a Jane en lo que se convertiría en su última participación presencial en la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial, de enero del 2024. A un mes de su fallecimiento, reflexiono no solo sobre su participación en el Foro de Davos que congrega anualmente a los líderes globales desde hace más de 50 años, sino particularmente sobre su impacto social, aquel que logró traspasar fronteras y revolucionar lo que hasta entonces se conocía del chimpancé, el animal con el que compartimos el 98.7% del ADN. La investigación trascendental de Goodall nos ayudó a comprender un poco más de la naturaleza del ser humano, de las comunidades que formamos y del mundo que habitamos.
Una niña científica
Nacida en Londres en 1934, en un hogar de clase media, con tan solo 10 años, Jane ya estaba segura sobre lo que quería hacer. Tenía mucha curiosidad, pero fue esa la cualidad que reveló su talento como observadora de la naturaleza que la rodeaba. Su madre nunca la retó, solo se sorprendía de la niña que se ensuciaba con un puñado de tierra y lombrices en sus manos. Hoy conocemos que la curiosidad y la investigación - que bien puede nacer de la observación - son algunas de las principales competencias y conocimientos que se requieren para el crecimiento intelectual en todas las etapas de la vida.
En primera instancia, la idea de irse a África a vivir con los animales salvajes y escribir libros sobre ellos parecía descabellada, pero no para su madre quien prefirió animarla diciéndole que querer algo así implicaba trabajar duro y tomar las oportunidades que se presenten "y después de eso, si no te rindes, con suerte encontrarás el camino". Así lo relataba Jane durante su participación en la sesión "Decir la verdad al poder" de la agenda "Open Forum: Del laboratorio a las ciencias de la vida en acción", un grupo de sesiones que se desarrolló en el corazón de Davos, Suiza, en donde los panelistas invitados fuimos líderes de opinión en temas que van desde las estructuras políticas actuales y las preocupaciones geopolíticas hasta los problemas ambientales, los desafíos de liderazgo y el papel de las artes en la sociedad.
Se podría decir que la esperanza que siempre tuvo su madre en Jane, luego se transmitió como el centro de su propio mensaje: Jane decía que hay que usar la esperanza para la acción. Con alegría reconoció que ella era una niña científica, que tuvo un entorno que la apoyó y que por eso miraba a los jóvenes con los mismos ojos, porque es la pasión la que impulsa el cambio. Y ya que como seres humanos no estamos tan distanciados de los chimpancés, resulta evidente que Jane, en las últimas décadas, enfocara su mirada y curiosidad hacia el hombre.
Una dosis científica de realidad
Si bien es cierto, la hiper-conectividad y el fácil acceso a información tanto real como falsa, puede ser un verdadero reto que polariza a personas de distintas generaciones, géneros, nacionalidades, economías y la lista continúa. Por ello, en lo que respecta al diálogo intergeneracional que dedicó a los más jóvenes, Jane apoyaba la idea de mantener un realismo sobre los desafíos que enfrentamos, pero también un optimismo sobre las posibilidades que existen aún para crear un cambio real. Su participación en Davos no fue la excepción.
Durante la sesión llamada "Conoce al Líder: Una conversación con Jane Goodall" - dirigida a los únicos 50 jóvenes líderes que fuimos seleccionados a nivel mundial para representar a la comunidad Global Shapers de más de 10,000 miembros - Jane hizo mención a lo que ella y una extensa comunidad de sus pares científicos afirman: que estamos viviendo la sexta extinción masiva, siendo la quinta la que acabó con la existencia de los dinosaurios hace 65.5 millones de años. La nueva extinción se está ocasionando en la actualidad por la actividad humana, la insostenibilidad del uso indiscriminado de los recursos naturales del planeta.
Hoy en día 150 especies naturales se extinguen cada día, y siguiendo la idea de que las especies se encuentran interconectadas, las funciones perdidas en el ecosistema de la especie extinta, afectan la subsistencia de todas las demás. Por eso, no es extraño que, según el último Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, el cambio climático sea la amenaza número 1 de la economía global. La inestabilidad política, inundaciones, escasez de agua, incendios, enfermedades infecciosas y refugiados climáticos - por nombrar unos cuantos - son solo algunas de las señales de alerta que muestran que, para arreglar la economía de nuestros países, debemos arreglar la crisis climática. Nuestra situación actual no es irreversible aún, la naturaleza es sabia y cuando se le destinan esfuerzos para ayudarla y se le da tiempo, se recupera y regresa a ser lo que fue.
Una vida con propósito
La mayoría de investigadores científicos destina sus esfuerzos a compartir sus hazañas y descubrimientos por medio de la difusión científica, un espacio conformado únicamente por personas especializadas en una determinada área de estudio que facilita el intercambio de ideas, experiencias y hallazgos entre pares para el debido avance de la ciencia, de aquella contribución al conocimiento dentro de la misma comunidad académica.
No es coincidencia que durante la sesión "Impulsando la ciencia, la cultura y la acción por la naturaleza y el clima", desarrollada en el salón principal del Foro de Davos, dos grandes personalidades compartieran sus reflexiones. Jane Goodall, al igual que Al Gore - fundador de The Climate Reality Project, ex vicepresidente de los Estados Unidos y premio Nobel de la Paz - dirigieron sus palabras a los líderes presentes, instando a tomar acción inmediata en beneficio del planeta. Sus intervenciones se caracterizan por estar siempre acompañadas de una base científica sólida, datos que actualizan año a año y que continuamente rompe récords históricos, reflejando una realidad climática cada vez más penosa y urgente de atender. Durante ese encuentro se desarrollaron mesas de diálogo y yo fui una de las líderes de las 25 mesas que al cierre compartieron escenario con Jane.
Resulta impactante ver las diferencias de edad de los presentes en eventos de esta magnitud, pero sorprende aún más que estas personalidades, ya adultas mayores, continúen dando de su tiempo y conocimiento para generar consciencia sobre un tema que no se está atendiendo con la prisa debida. Goodall destinó casi 50 años de su vida a lo que se podría considerar como un activismo científico basado en evidencia, es decir a aquel proceso de divulgación, posterior a la investigación y difusión, en el que el objetivo es hacer accesible el conocimiento científico a un público general y diverso que no necesita tener una formación científica especializada, que abarcaba a niños, jóvenes y adultos, que incluye a empresarios, miembros de directorios y políticos, por medio de un lenguaje claro y accesible a través de todos los medios posibles como la universidad, las redes sociales, los distintos medios de comunicación y conferencias o seminarios de cualquier parte del mundo.
Para Jane, la divulgación científica permite democratizar el conocimiento, alimentar la curiosidad y aportar a la comprensión general de los complejos avances científicos; permite fomentar el interés público en la cultura científica y a su vez generar un impacto positivo inmediato en la sociedad. Así Jane nos invita a dialogar y comunicarnos con personas que viven fuera de nuestra realidad porque no podemos actuar solos, ya que cuando lo hacemos, solucionamos un problema aparente y creamos uno nuevo, porque no consideramos todo el panorama ni todas las perspectivas de los diversos grupos.
Un mensaje para todos
En 1991, Jane Goodall fundó la organización no gubernamental por la educación y el ambiente "Roots and Shoots", un espacio en el que jóvenes se unen para trabajar por el ambiente, la conservación y los desafíos humanitarios. Hoy "Roots and Shoots" es su legado, un espacio en el que aprendió que cuando los jóvenes comprenden el problema y son empoderados a tomar acción, no hay nada que los pueda detener. Son resilientes pues, aunque las cosas no funcionen como esperaban, lo vuelven a intentar con entusiasmo y determinación. Cuando se refiere a los jóvenes, Jane aseguró que eran "su mayor razón de esperanza".
Pero su mensaje no solo se limita a las generaciones menores, Jane pide a todos verse como personas valiosas, que tienen un propósito que cumplir, donde sea que estén. Para ella, tomar consciencia sobre la huella que dejamos en el planeta anima a muchas personas - aunque especialmente a los jóvenes - a tomar acción, a usar su intelecto para dar soluciones a problemas que nos apremian como por ejemplo reforestar las zonas destruidas por el cambio climático o por otros motivos. La crisis climática y la pérdida de la biodiversidad tienen mucho en común con la guerra y las vidas humanas perdidas, por eso todos los problemas deben mirarse de forma holística con los diálogos entre empresa, Estado y comunidad para que lleguen a soluciones claras y avancen en conjunto.