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Niño en el Metro
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Si tuviera acceso a más horas en la escuela, podría desarrollar otras habilidades además de aprender a desplazarse y protegerse en la ciudad. Podría aprender más y crecer mejor e incluso tener un mejor futuro.

19 Septiembre de 2025 10.21

Voy a llamar Juan a un pequeño niño de no más de 6 años que me sorprendió un día mientras viajaba en metro, solo. Él sabía perfectamente cómo comprar su boleto, subirse al vagón y utilizar el ascensor para dirigirse, imagino, a su casa. Recuerdo que ese día miré el reloj y no eran más de las 13:00. Cuento esta historia porque Juan es el protagonista de esta columna.

En el campo educativo, nuestra región enfrenta varios desafíos; los más visibles están vinculados a desigualdades estructurales. En una columna anterior comenté la problemática de la desnutrición infantil, que mantiene una deuda inmensa con nuestra infancia. Esta vez quiero referirme a la oferta escolar que presenta nuestro sistema educativo y el de gran parte de países de América Latina.

El problema radica en que las jornadas escolares son demasiado cortas. Los niños en Latinoamérica asisten en su mayoría entre 4 y 5 horas diarias, muy por debajo de lo que sucede en Europa. Esta realidad se agudiza en sectores pobres, donde solo un 28% recibe 6 o más horas de clase, lo que se refleja en un menor rendimiento escolar (Explearn, 2025).

Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) analiza la Jornada Escolar Extendida (JEE) como política clave para América Latina y el Caribe. El documento plantea que la JEE es una estrategia para mejorar la calidad educativa, reducir desigualdades y promover la protección y el desarrollo integral de los estudiantes. El informe completo lo pueden encontrar en https://lnkd.in/dvc23MQS (BID, 2025).

Especialistas en educación del BID encontraron que las horas de clase importan e impactan en el rendimiento en lectura y matemáticas. La investigación, realizada en países como Uruguay, Chile y Colombia, muestra que cuando niños, niñas y adolescentes pasan más tiempo en la escuela, mejora su situación socioemocional. Con la jornada escolar extendida, el embarazo adolescente baja hasta un 10%, disminuye el trabajo infantil, se reduce la exposición a la violencia y el abandono escolar cae hasta un 16%.

La explicación de estos beneficios es que la escuela se convierte en un lugar seguro, donde con condiciones favorables como: mejor alimentación, recuperación de aprendizajes, apoyo emocional y espacios para reflexionar y resolver problemas. Y no se trata de acumular horas, sino de brindar mejores horas.

Esto también impacta en las familias, porque los padres pueden realizar sus actividades con la tranquilidad de que sus hijos están en un espacio seguro y favorable para su desarrollo. 

Las experiencias internacionales confirman los beneficios de la JEE. En Europa y Asia, ha contribuido a mejorar aprendizajes, promover la inclusión y fortalecer el desarrollo integral. Croacia y Portugal avanzaron en equidad, mientras que Finlandia y Suecia destacaron en el desarrollo socioemocional. 

Esta propuesta presenta varios desafíos: en Chile, Croacia y Corea del Sur se registró cansancio en docentes y estudiantes por el  tiempo que permanecen en las escuelas lo cual conlleva agotamiento y fatiga en algunos casos; en Perú, Colombia y México la falta de infraestructura y conectividad ha sido un obstáculo; y en Perú, Brasil y Croacia el mayor reto ha sido el financiamiento sostenible, por las altas inversiones que requiere.

A pesar de ello, los beneficios son claros. La JEE puede garantizar mejores condiciones de aprendizaje y de vida para millones de niños y niñas. El reto es implementarla de manera sostenible y, sobre todo, poner en el centro a la niñez y la adolescencia.

Pienso otra vez en Juan, obligado a valerse por sí mismo a tan corta edad. Si tuviera acceso a más horas en la escuela, podría desarrollar otras habilidades además de aprender a desplazarse y protegerse en la ciudad. Podría aprender más y crecer mejor e incluso tener un mejor futuro. (O)

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