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Cuando piensen que los impuestos no sirven para nada pregúntense si el orden en el que hemos logrado vivir (con miles de defectos, pero orden al fin) sería posible sin esas contribuciones.

09 Marzo de 2024 13.26

De los impuestos nunca nadie se libra. El pago de tributos tiene una historia tan larga como los inicios de la civilización: desde el momento en el que el ser humano empezó a dejar atrás su faceta de cazador y recolector, y empezó a establecerse en distintos puntos de lo que hoy es Europa o Asia se dio cuenta de que era necesario hacer una contribución para asegurar un orden y un futuro para sus tribus, para sus pueblos, para sus familias.

Desde el antiguo Egipcio, pasando por el Imperio Romano, Mesopotamia, hasta pasar por la Inglaterra medieval, la Revolución Francesa o las Guerras Mundiales del Siglo XX, los impuestos, tasas o contribuciones han acompañado a la humanidad. Y todo parece indicar que seguirán como elemento básico de una sociedad que avanza.

Los impuestos son fundamentales para un Estado. Estos recursos, en teoría, garantizan el acceso a la educación, a la salud, a vivir en un espacio seguro, a contar con un sistema de justica, con una infraestructura adecuada en la ciudad y en las zonas rurales. Yuval Noah Harari, autor de obras geniales como 'Sapiens de animales a dioses' o 'Homo Deus' y uno de los pensadores más aplaudidos de la última década lo resumió con su acostumbrada brillantez, en pleno inicio de la pandemia en octubre de 2020, en una entrevista con diario El País de España. “Ser patriota es sostener un buen sistema sanitario, es pagar impuestos”.

En Ecuador estamos a días de iniciar un ajuste en materia tributaria. El IVA subirá a 15 % a partir del 1 de abril, el ISD está por elevarse al 5 % en estos días y el sector financiero hará una contribución especial a las arcas fiscales. El Estado espera recaudar este año cerca de US$ 15.700 millones en impuestos, de acuerdo a la proforma presupuestaria. Y si a eso se incluye el nuevo IVA estamos hablando de unos US$ 1.800 millones más que se destinarían a combatir la ola de inseguridad y el crimen organizado.

Ese dinero sirve para pagar a profesores, médicos, enfermeras, policías, militares, jueces, fiscales. Sirve para mantener escuelas y para equipar hospitales. Sirve para construir carreteras, para tender puentes, para conectar vidas. Ese dinero sirve para que un país se mantenga, para que un Estado funcione, con los aciertos y desaciertos que también son parte de la historia de la humanidad, en la que se cuentan ciudadanos responsables, pero también los audaces y pícaros.

Ahora, ustedes dirán para qué pagar impuestos si existe una clase política que los mal aprovecha, si existen autoridades corruptas, si algunos servicios son menos que mediocres. Por qué seguir contribuyendo si seguimos como antes y el país no mejora. Algunos incluso contratan expertos en el tema para evadir o para pagar lo mínimo posible. 

Cuando piensen así miren a su alrededor y deténganse en el policía que da tránsito, en la ambulancia de un hospital público que lleva un herido, vean de cerca el esfuerzo y la entrega de médicos y enfermeras del sector público, miren a los ojos a los niños que llegan a las escuelas fiscales donde forjan su futuro entre sonrisas y sacrificios. Cuando piensen que los impuestos no sirven para nada pregúntense si el orden en el que hemos logrado vivir (con miles de defectos, pero orden al fin) sería posible sin esas contribuciones.

Y hablemos con las nuevas generaciones, con los niños que empiezan la escuela y con los adolescentes que están por graduarse. Expliquémosles cómo se usan los impuestos, las tasas, las contribuciones. Los profesores también tienen una tarea, así como los empresarios y los empleados. Los impuestos son una cadena en la que todos somos eslabones que aportamos,  constituyen un mecanismo en el que todos somos piezas valiosas. Basta que un eslabón se debilite para que todo un sistema entre en riesgo de colapsar.

¿Por qué pagar impuestos? Porque cada uno aporta, con uno, con diez o con un millón, con lo que le corresponde. Porque pagando impuestos cada ciudadano cumple con su responsabilidad. (O)

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