Forbes Ecuador
viaje en el tiempo
Columnistas
Share

Después de tener claridad o una estrategia sobre hacia dónde nos dirigimos, como personas, equipos u organizaciones, la coherencia o la incoherencia con respecto a lo que deseas marcará la diferencia entre la excelencia y la complacencia. Para decidir tu presente y futuro, piensa claramente, en dónde están los costos y beneficios.

21 Enero de 2022 10.21

Sería sumamente práctico tener una máquina del tiempo o podernos subir al DeLorean del clásico “Regresar al futuro”. Sería algo así como poder ser profetas y además dueños de nuestro propio destino. 

La fascinación por los viajes en el tiempo está, en gran parte, en poder controlar nuestras vidas. Nuestros actos tienen consecuencias. No es casualidad que mientras más vivimos, los viajes al pasado se vuelven más atractivos. La mayoría decidiría o haría algo de otra manera, quizá arriesgarían más, y en definitiva, no darían nada por hecho. El tiempo es un recurso escaso. 

De manera interesante y en cuestión de comportamientos y hábitos, constantemente estamos haciendo viajes en el tiempo de manera consciente e inconsciente. Básicamente ponemos en una balanza el costo y el beneficio de nuestras decisiones. Evitar, por ejemplo, gastar en un viaje alrededor del mundo que no podemos pagar de momento, tiene un costo o sacrificio en el presente. Hacerlo, en cambio, tendría claros beneficios en el presente y costos en un futuro cuando necesitemos ese dinero que no debimos haber gastado. 

Claro que además existen situaciones en las que simplemente decidimos impulsivamente. Pero la realidad es que, en la mayoría de los casos, conocemos muy bien los costos y los beneficios, y aun así, decidimos y escogemos erróneamente. 

El experimento del malvavisco 

En un famoso experimento de la universidad de Stanford, niños de entre 3 y 6 años tenían la oportunidad de escoger: entre comerse un malvavisco en ese instante, o esperar 10 minutos con la tentación de comerse el malvavisco que estaba enfrente de ellos y sin nadie que los supervise, y conseguir con ello, un malvavisco adicional al que ya tenían enfrente de ellos. Básicamente hablamos de una decisión entre darle paso a la gratificación instantánea o posponer algo de forma autoimpuesta para lograr obtener una mayor recompensa más adelante. 

Fuera de lo curioso y hasta cómico que nos pueda parecer este experimento, lo verdaderamente interesante llegó 10 años después, cuando los científicos encontraron algo inesperado: Aquellos niños que retrasaron la gratificación instantánea fueron descritos como significativamente más competentes que los niños que decidieron no esperar y comerse el malvavisco. Y no solo eso, sino que eran más resilientes, supieron cómo gestionar mejor su estrés durante la adolescencia y tenían mejores resultados académicos. Inclusive 30 años después, los niños que retrasaron la gratificación llegaron a tener mejores relaciones y salud que los niños que optaron por comer el malvavisco en ese instante. 

¿Y todo eso en base a una simple decisión y un malvavisco? 

El costo presente y futuro de nuestros comportamientos y hábitos 

Quizá hay algo en todo esto que la mayoría pasamos desapercibido. Y es que el costo de los buenos hábitos está en el presente y el de los malos en el futuro. En el experimento de los malvaviscos, por ejemplo, el costo de una buena decisión estaba en el presente, específicamente en tener que retrasar la gratificación de comerse un malvavisco, pero la retribución de poderse comer dos malvaviscos al final del experimento. En cambio, el costo de decidir comerlo en ese momento tendría la gratificación instantánea de comerse un malvavisco y el costo en un futuro cercano, de no recibir un malvavisco adicional. 

Con los hábitos funciona de manera similar: Despertarnos temprano, ahorrar, aprender continuamente, meditar, trabajar de manera perseverante hacia nuestros objetivos, hacer ejercicio, son todos hábitos positivos que requieren de disciplina y esfuerzo, y que por lo tanto tienen un costo en el presente. 

En cambio, comer mal, gastar de más, tomarse el trabajo a la ligera o no gestionar bien el estrés, son todos malos hábitos y que tienen su principal costo en el futuro, como por ejemplo no tener suficiente dinero para la jubilación, tener mala salud, estrés o ansiedad, o arrepentirnos de no haber tomado una decisión o tomar cierto camino, entre muchos otros. 

Coherencia 

Después de tener claridad o una estrategia sobre hacia dónde nos dirigimos, como personas, equipos u organizaciones, la coherencia o la incoherencia con respecto a lo que deseas marcará la diferencia entre la excelencia y la complacencia. 

Para decidir tu presente y futuro, piensa claramente, en dónde están los costos y beneficios. 

Trabajar todos los días arduamente es un pequeño sacrificio y una gran inversión en comparación con tener un futuro mediocre. 

Meditar o gestionar el estrés con ejercicio a pesar de no tener tiempo, es una gran inversión a futuro. 

Tener la disciplina y continuidad en nuestros proyectos más importantes no siempre es fácil, pero si no lo hacemos, el costo y el arrepentimiento serán grandes en algunos años. 

Arriesgar a pesar de la incomodidad es un costo mínimo comparado con la pérdida de oportunidades. 

¿De qué manera gestionas tus decisiones, comportamientos y hábitos? No tenemos una máquina del tiempo, pero claramente podemos decidir. No lo olvidemos. El tiempo es un recurso escaso. (O)

loading next article
10