¿Y ahora quién sostiene el país?
El país necesita cambiar su economía de supervivencia por una con visión. ¿Cómo? Apostando por sectores que generan empleo, exportaciones, sostenibilidad, crecimiento y retorno de ingresos a través de una adecuada política tributaria. Apoyando al productor, al innovador, al joven emprendedor.

No se trata solo de cifras ni de recortes. A nadie le alegra que 5.000 personas pasen al desempleo, pero, también es cierto que hay una verdad más compleja detrás de esta dolorosa situación: las finanzas públicas del Ecuador están en situación de riesgo. Solo en este primer semestre, el déficit fiscal llegará a 1.700 millones de dólares. Aunque puede parecer lejano o fácil, se trata de una bomba que puede estallarnos a todos.

Sí, el problema no comenzó hoy. Llevamos años evitando hablar de lo que realmente importa: cómo construir un Estado que funcione mejor, que sea más ágil, menos enredado en trámites inútiles, y que ponga como prioridad a lo ecuatoriano. El drama de los despidos es grave, pero también lo es que sigamos arrastrando un Estado pesado, burocrático y lento que espanta la inversión, desincentiva el emprendimiento, limita el acceso y complica la vida a los ciudadanos.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿Reducir el tamaño del Estado y ya? No. El objetivo no es achicar por achicar, sino modernizar. Que los sistemas se entrelacen, que los trámites se resuelvan con un clic, que se construya un servicio público pensado en el simplificar, no entorpecer los procesos y accesos de la ciudadanía. Solo así dejaremos de apagar incendios con acciones temporales, por el contrario, empezaremos a diseñar soluciones reales y a futuro.

Además, el país necesita cambiar su economía de supervivencia por una con visión. ¿Cómo? Apostando por sectores que generan empleo, exportaciones, sostenibilidad, crecimiento y retorno de ingresos a través de una adecuada política tributaria. Apoyando al productor, al innovador, al joven emprendedor. Incentivando la productividad con tecnología, financiamiento y encadenamientos que den frutos a largo plazo.

Y, sobre todo, apostando por una educación que prepare a nuestros niños y jóvenes para el mundo de hoy, no el de hace 30 años. Niños y jóvenes arropados por una formación que ponga énfasis en cuestiones como el pensamiento crítico, habilidades digitales, idiomas, ciudadanía activa y competitividad que nos genere visibilidad internacional. Esa es la mejor inversión que puede hacer un país.

El problema de fondo no es solo que falte dinero. Es que falta visión, decisión y acuerdos. Si no actuamos hoy, el futuro seguirá siendo incierto. No se trata de elegir entre personajes o partidismos. Se trata de construir un Ecuador que funcione por el futuro y crecimiento económico de todos. (O)