El certamen London Spirits Competition es relativamente nuevo. Este año se celebró su octava edición, un recorrido corto si se lo compara con otras competencias ya instaladas en el mundo de las bebidas alcohólicas. Aun así, ya genera conversación dentro de la industria, en buena parte gracias a su objetivo particular.
Según detalla su sitio web, el London Spirits Competition "destaca y pone en primer plano a aquellas marcas de espirituosas que los consumidores realmente quieren comprar", es decir, marcas que "tienen un valor de mercado claro para los compradores del sector".
Para eso, el jurado —conformado por especialistas de peso— no se limita a catar los destilados. También evalúa la presentación, el valor comercial, la capacidad de venta en el mercado y, por supuesto, la calidad del producto.
Por eso, las marcas que ganan el premio mayor no despiertan interés solo en el consumidor final. También conviene que bares, restaurantes y vinotecas les presten atención, porque se trata de productos con buena rotación en el mercado.
En este contexto, no sorprende que el premio al mejor destilado del mundo haya ido a parar a una etiqueta de la Buffalo Trace Distillery. La joya de Frankfort, Kentucky, Estados Unidos, fue reverenciada tanto por consumidores como por críticos, durante buena parte del siglo XXI.
En ese recorrido, el WL Weller Antique 107 se mantuvo como uno de sus lanzamientos más consistentes y destacados. Y los jueces del London Spirits Competition de este año parecen estar de acuerdo. De hecho, le dieron una puntuación impresionante: 99 sobre 100. Una calificación tan alta que no solo lo consagra como el whisky del año, sino también como el destilado del año por su calidad general.
Este bourbon de receta con trigo, un clásico entre los clásicos, a veces circula bajo el apodo de OWA (Old Weller Antique). Como lo indica su nombre, está embotellado a 107 grados proof, lo que equivale a 53,5 % de alcohol. Pero lo que no se puede anticipar sin probarlo es su equilibrio y complejidad.
Tiene una nariz profunda, con notas de canela en rama y regaliz. En boca, arranca dulce —con vainilla y azúcar caramelizada—, aunque esa dulzura da paso a matices herbales y tabacales que se extienden en un final largo. Antes de desvanecerse, aparece un toque de cereza seca que se expande por el fondo de la garganta.
En pocas palabras: el OWA es un bourbon pleno, ideal para tomar solo, que todavía se consigue en algunas góndolas a US$ 150 la botella.

Aunque los whiskies Van Winkle y la Antique Collection suelen ser los que más fanatismo despiertan dentro del portafolio de Buffalo Trace, ningún amante serio del bourbon ignora al Weller. De hecho, hace tiempo que se sabe que se elabora con la misma receta base (mashbill) que el célebre Pappy.
El nombre rinde homenaje a William Larue Weller, una leyenda del rubro en el siglo XIX y pionero en popularizar los bourbons elaborados con trigo. Fue él quien contrató a Julian Proctor Van Winkle como su vendedor personal de whiskey, mucho antes de que el mundo lo conociera como "Pappy".
Sin dudas, el nombre de Weller es parte de la historia de esta bebida. Y el OWA probablemente sea la etiqueta más clásica de toda la línea, una colección que vivió uno de los mayores relanzamientos del mundo del whisky a partir de un rediseño sobrio y elegante en 2016. Algo que no pasó desapercibido para los exigentes jueces del London Spirits Competition de este año.
Nota publicada en Forbes US.