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Azzar clothing store Quito - Ecuador
Lifestyle
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Azzar se posiciona como la aliada de las mujeres que buscan sentirse cómodas y estar a la moda. Es una marca 100 % ecuatoriana que apuesta por el zero waste, el slow fashion y la riqueza del color. Su propietaria nos cuenta cómo creó esta empresa, que ya factura cinco cifras.

8 Septiembre de 2023 13.02

Azzar es una marca de ropa nacional que está encabezada por Lucía Banderas Fernández, una empresaria que ha estado involucrada por muchos años en la venta de ropa. Nació en España, pero a los tres años llegó a Ecuador, un país que se convirtió en su hogar. Está divorciada y tiene una hija, quien lidera el área de Marketing. Junto con el equipo de Forbes visitamos su tienda, en el centro norte de Quito. Un espacio pequeño, lleno de color y buen estilo. Los maniquíes de la vitrina son una muestra de cómo las mujeres pueden estar a la moda sin perder su esencia.

Este negocio nació a finales de 2016 como resultado de una exitosa carrera, llena de aprendizajes que se reflejan en cada una de sus prendas. La historia de Azzar se remonta a la adolescencia de Banderas. Su gusto por el diseño fue innato, desde pequeña confeccionaba vestidos para sus muñecas. Cuando ya tenía cierta edad para trabajar, le pedía a su madre que hable con sus amigos para que le permitan atender en sus tiendas de ropa. Las ventas, el contacto con el cliente, la asesoría y sobre todo la moda eran su pasatiempo favorito.

Su madre era dueña de una fábrica de ropa para niños y ese fue, formalmente, su primer trabajo. Observaba y aprendía cada detalle hasta que abrió su propia tienda para bebés, con un estilo español. Se llamaba Panchos y estaba ubicada en el centro comercial El Bosque. Era 1995 y Banderas se dio cuenta de que quería enfocarse en moda para mujeres. “El Jardín estaba en construcción y solicité una tienda, en un primer momento, para la ropa de bebé. A medida que iban terminando el edificio, nació la idea de vender ropa multimarca para mujer. Empecé con una tienda chiquitita, que se llamaba Canela”.

Viajaba a Miami para traer mercadería y -en una ocasión- encontró un local de bisutería que tenía mucho éxito. ¡Ese fue su hijo pequeño! Habló con el propietario y abrió una “sucursal” en Ecuador. Tenía dos tiendas, de ropa y de bisutería, cuando llegó el feriado bancario y la dolarización, su banco le devolvió US$ 500.

“Eso me enseñó que lo importante es lo que consiga con mi propio esfuerzo, empeño y sacrificio”.

Banderas, con 49 años, nos comenta que manejó muchas marcas, pero ninguna era suya. Por un tiempo tuvo las franquicias de ropa Vértigo y Benetton, esta última le implicó muchos sacrificios. “Vértigo me marcó y sufrí mucho cuando la marca cerró. Mi exesposo vio mi desesperación y me compró la franquicia de Benetton. Nunca me identifiqué con esa marca, era diferente, con tiendas muy grandes. Necesitaba mucho personal y tuvimos varios problemas con las importaciones, el etiquetado, las normativas… No podía sostenerlo más e hicimos una liquidación de todo”.

Esto pasó en 2015 y se quedó con menos de US$ 10.000. “Una chica que trabajaba conmigo me dijo: 'Lucía por qué no te pones tu propia marca, tú sabes lo que la gente quiere'. Yo no tenía idea de nada y comenzamos con esta aventura”. Consiguió una pequeña oficina por la Avenida de Los Shyris, tenía unos cuantos bocetos, colocó una máquina de coser y ahí comenzó todo. Su propuesta de valor es escuchar lo que las mujeres quieren y no darles algo establecido.

En ese entonces, según Banderas, la aceptación a marcas nacionales era nula. Hoy, su facturación llega a las cinco cifras y vende, aproximadamente, 400 prendas mensuales, en sus dos tiendas (Quito y Cumbayá). “Todos son mis diseños y no tenemos colecciones. Cada semana o cada 15 días sacamos nuevos modelos. Mi hija me ayuda porque tiene una visión más juvenil. En un principio estaba enfocada en una mujer más adulta, ahora también apostamos por los “básicos” que no pueden faltar en un ropero".

Uno de los diferenciadores de Azzar es que no produce desperdicios, todos los retazos son reutilizados en otras prendas o accesorios. Tiene un equipo de 15 personas, que en su mayoría son mujeres. “No sabía qué iba a pasar y lo dejé al azar, así nació el nombre”.

Normalmente tienen una producción pequeña y cada prenda tiene tres o cuatro tallas, en dos o tres colores. “Apostamos por el slow fashion porque no queremos generar desperdicios o tener un modelo como Zara. Sin embargo, también somos un fast fashion porque tenemos prendas que están disponibles en corto tiempo. No es en masa, pero nuestras clientas sí tienen entre qué escoger”.

Para culminar, Banderas nos dijo que en su tienda predomina el color. “No buscamos encasillar a nadie. No estoy de acuerdo con el criterio de que no todos los colores son para todas las mujeres. Yo creo que debes usar el color que te haga vibrar. Las mujeres estamos cansadas de que nos digan qué usar y qué no. Dentro de la moda hay un abanico de posibilidades y debemos poder usar todo”. (I)

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