La miel es un negocio que crece en Ecuador. Según datos del Ministerio de Agricultura, en el país existen alrededor de 20.000 colmenas, manejadas por unos 2.034 apicultores. La producción es de unas 350 toneladas métricas de miel al año. Sin embargo, según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola el país enfrenta un déficit de producción de más de 400 toneladas métricas de miel por año.
Este mercado a escala internacional facturó en 2024 US$ 10.378 millones y para 2033 se estima que llegará a los US $ 12.000 millones. Otros informes como el de Mordor Intelligence proyecta que para 2029 el mercado superará los US$ 18.280 millones y Virtue Market establece para 2030 se moverán US$ 16.800 millones. En cuanto a la miel orgánica, las ventas el año anterior llegaron a US$ 820 millones con expectativas de alcanzar los US$ 2.080 millones.
Uno de los actores de este mercado es Miski, un proyecto familiar que busca reivindicar el sabor auténtico de la miel ecuatoriana. Los hermanos Mauricio José y Juan Martín Rosales cuentan que todo empezó cuando su padre llevó a casa un pedazo de panal de miel de Imbabura. La experiencia de probar miel cruda significó para ellos una conexión con sus raíces andinas.
El proyecto nació en 2019, con una inversión inicial de US$ 11.000 con la convicción de que la calidad debía ser su sello distintivo. Durante los primeros años combinaron su emprendimiento con sus trabajos. Miski, que significa dulce en kichwa, empezó con cuatro proveedores de Imbabura y tres sabores de mil: de eucalipto, sabaleto y multifloral. Vendían alrededor de US$ 20.000 por año.
"Le dedicábamos el poco tiempo libre que teníamos, lo más importante sin duda es la calidad de nuestra miel. No colocamos ningún sabor artificial. Los sabores dependen de la trashumancia, que es el movimiento de las colmenas hacia zonas florales estratégicas".
Mauricio José estudió Negocios Internacionales en la Universidad de las Américas (UDLA), cuenta con una maestría en emprendimientos y consultoría en la Escuela de Negocios de Róterdam, en Países Bajos, y otra en marketing digital y comercio electrónico en la Universidad de Barcelona, España. Cuenta que la tesis de su postgrado en Róterdam fue el primer bosquejo de lo que posteriormente sería su marca propia.
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Ya en el país, Mauricio José fundó una empresa de consultoría y fue director de nuevos emprendimientos en la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento de Quito. En 2022 se mudó a Cuzco, Perú, para ser parte de un proyecto cinematográfico. "Mi función era la de director ejecutivo. Invertí US$ 100.000 y perdí US$ 101.000. Esta dolorosa lección me sirvió para reponerme e irme con todo para que Miski tenga una base sólida y un futuro prometedor".
Juan Martín, por su lado, es economista graduado de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), con una licenciatura adicional en Economía y Gestión por la Universidad de Grenoble Alpes, Francia. Con experiencia en banca corporativa y análisis de datos y negocios cuenta que su sueño era trabajar en un banco de inversión internacional. "Ahora agradezco todos los 'no' que recibí en ese entonces".
La historia de Miski está marcada por aprendizajes. 2022 marcó un antes y un después para estos hermanos y socios. Entre risas y vaciladas cuentan que son compinches. Cuando Mauricio José se esguinzó el pie en Perú, Juan Martín, sin dudarlo, se pasó un mes cuidando de su hermano.
Las primeras etapas no fueron fáciles: alergias, picaduras, emergencias hospitalarias. Cada picadura era un recordatorio de su compromiso. Cada frasco vendido, una semilla de esperanza. Desarrollaron un plan de negocio bien definido, una hora de ruta clara con estrategias y objetivos.
En 2023 levantaron US$ 25.000 entre familiares y amigos. Este capital les permitió renovar la planta de procesamiento con la que trabajan en Imbabura y aumentar su oferta con propóleo y polen. "Acopiamos la producción de más de 30 apicultores a través de un tercero. Procesamos alrededor de cuatro toneladas anuales de miel, lo que equivaldría unos 6.000 frascos. Además, fuimos expositores en el Congreso mundial de Apicultura en Chile. Fuimos parte de la organización del programa farmer to farmer para capacitar a 120 productores nacionales. El 70% de la miel que se vende en el país no es pura".
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Una nueva inversión por US$ 50.000 les permitió enviar muestras a Dubái y Europa. Su portafolio se diversificó a más de 10 productos incluida una línea de cosmética, cerveza artesanal, hidro miel (vino). En 2024 cerraron con ventas de US$ 100.000.
El futuro es prometedor. Este año proyectan alcanzar US$ 250.000 en ventas anuales y exportar sus productos a EE.UU. Los sueños no tienen límite, en cinco años aspiran crear la primera experiencia de lujo apícola, un hotel-santuario de abejas.
Para estos emprendedores la miel no es solo un producto; es la historia de miles de abejas, es cuidar la biodiversidad, es empoderar a pequeños productores, es construir un futuro más dulce para todos. (I).