Este ejecutivo nunca fue de raíces fijas. Desde niño aprendió a ser un viajero incansable. Se autocalifica como un nómada que abraza las transformaciones. José Manuel Aggio nació en Bahía Blanca, una ciudad portuaria de Argentina. Cuando tenía ocho años su familia se mudó a vivir en EE.UU. por dos años.
"Yo no hablaba nada de inglés, pero tenía que adaptarme si o si". A partir de entonces entendió que las transiciones marcarían cada una de sus decisiones futuras. Así empezó una larga conversación con Forbes, de historias de aventuras, decisiones contracorriente y un espíritu inquieto que nunca se conformó. "Yo no tengo apego a las cosas materiales, me mudo con dos maletas, mis libros y mi mate", dijo sin titubeos, mientras destaca que Ecuador lo cautivó desde el primer momento.
Graduado de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, recuerda sus primeros pasos como pasante en los juzgados. "Fue un año meritorio, como lo llamamos allá. No ganaba sueldo, mis compañeros juntaban un poco de dinero y con eso comía un sánduche y una Coca-Cola". Mas tarde ingresó como empleado y durante cuatro años trabajó en el área legal.
Te puede interesar: Llegó a Oxford y quiere cambiar las políticas públicas enfocadas en los indígenas
Su espíritu aventurero lo empujó a buscar nuevos horizontes. Con un amigo de la infancia y una mochila al hombro emprendió un viaje a Europa por dos meses. "Suiza me resultó aburrida, Londres me cautivó por su energía, y Florencia por su arte e historia. En esa época no existía el euro y hablar con mis padres era carísimo (risas)".
Volvió y renunció. Su siguiente destino era Brasil, donde unos amigos abrieron un bar y él estaba dispuesto a trabajar con ellos. Pero el destino lo sorprendió con una propuesta laboral que definiría su trayectoria profesional. Lo llamaron para trabajar en Pérez Companc, un conglomerado energético en el área de Recursos Humanos. Se quedó con el pasaje comprado.
Ese fue el inicio de una carrera profesional que lo llevaría a compañías como YPF, Barrik Gold Corporation, Danone, Lithium Argentina y la más reciente Lundin Gold. "Me he mudado más de 12 veces. El hilo conductor de mi vida es adaptarme, transformarme y avanzar sin miedo".
Aggio se describe como un explorador del mundo, que encontró su verdadera vocación en liderar equipos. Con los años entendió que su rol trascendía la gestión administrativa. "Un día alguien me preguntó, ¿en qué eres bueno? En escuchar, y entender al otro. Soy un psicólogo, un pacificador, profesor y hasta organizador de fiestas. Me especializo en generar confianza y transformar vidas".
En 2024 un headhunter lo contactó para integrarse a Lundin Gold. Ecuador era totalmente desconocido para él, pero como todo aventurero no dudó en aceptar. Llegó con dos maletas, su mate y unos libros, entre ellos 'Un largo camino hacia la libertad de Nelson Mandela'. "Lo primero que me impactó al sobrevolar el aeropuerto, fue ver un valle verde rodeado de volcanes. Y luego, sin dudar la calidez y amabilidad de su gente. Me hicieron sentir bienvenido desde el primer día". Reconoce la capacidad que tenemos para enfrentar riesgos y adaptarnos a contextos difíciles.
Desde 2015 Lundin Gold invirtió más de US$ 1.200 millones en el desarrollo, construcción y operación de Fruta del Norte. Ha destinado US$ 44 millones en educación, salud, agricultura e infraestructura en Zamora Chinchipe, genera más de 1.600 empleos y en 2024 pagó en impuestos, regalías y utilidades más de US$ 270 millones. La producción superó las 500.000 onzas de oro, lo que representó en exportaciones US$ 1.200 millones. "No se trata solo de producir oro y generar dividendos. Mi mantra es simple, objetivos compartidos, reglas de juego claras, confianza y respeto. Siempre saludo con todos en la oficina, ese contacto humano marca la diferencia".
Te puede interesar: Aterrizar en Ecuador, la mejor inversión de vida
Aficionado al fútbol, espera con ansia el partido entre las selecciones de Ecuador y Argentina el martes 9 de septiembre en Guayaquil. "Te cuento que esta vez le apuesto a la Tri, por suerte estamos los dos clasificados al mundial".
Hasta ahora conoce Zamora Chinchipe, Cuenca, Guayaquil y Mindo, en su mente tiene pendiente visitar Baños, subir al Cotopaxi y por supuesto viajar a las Galápagos. En los gustos de este argentino el ceviche mixto de camarón y pescado le empató a la parrilla y el café al mate.
A sus 57 años Aggio declara que Ecuador lo ha conquistado, a pesar de su espíritu itinerante aspira quedarse largo. "Me gusta entender la historia y conectarme con el país donde vivo, por eso estoy leyendo un libro sobre Antonio José de Sucre y otro sobre el Quito Colonial. "A esta altura de mi vida, sigo aprendiendo y eso es un regalo". (I)
