Forbes Ecuador
humildad
Columnistas
Share

Humildad es la capacidad que tiene el ser humano para aceptar sus limitaciones y asumir que todos somos iguales, sin estar ni por encima ni por debajo de nadie, sino en las mismas condiciones y, por tanto, dispuestos a aprender de cualquier persona.

25 Febrero de 2022 14.24

Quisiera comenzar contándote una historia que me ayudó a entender lo que es la humildad. Ocurrió hace un poco más de 13 años, cuando tuve el gusto de manejar, a través de una de mis empresas, la comunicación digital del grupo económico más importante del país en la industria de la comida. ¡Seguro que sabes de cuál estoy hablando!

 En ese tiempo conocí a uno de sus directivos que, además, es dirigente de uno de los equipos del fútbol ecuatoriano con más éxito en los últimos años. Gracias a él aprecié que la humildad es clave en una persona triunfadora y, sobre todo, fui consciente del impulso que puede producir en la carrera de un emprendedor. En primer lugar, llegaba desarmado a todas las reuniones, lo que quiere decir que dejaba de lado su rol de director y acudía con la actitud de un colaborador más. El segundo detalle es que nunca faltaba papel y lápiz en sus manos, con lo que podía rescatar cualquier idea interesante que surgiera en la reunión. Finalmente, siempre estaba imbuido de cierto espíritu infantil que le otorgaba la facilidad de preguntar cualquier cosa sin ningún problema. 

Debo confesar que, cuando analicé su forma de proceder, asumí que la humildad constituyó un valor fundamental para que él lograse llegar tan alto. Jamás detecté que manifestara la soberbia del director, del empresario o del sabelotodo. Todo lo contrario, siempre estuvo dispuesto a aprender, sin importarle de quien viniera ese aprendizaje, porque tenía muy claro que lo importante era crecer. 

A partir de ese momento y, después de estudiar con profundidad qué es la humildad, introduje ese concepto en mi escala de valores. Humildad es la capacidad que tiene el ser humano para aceptar sus limitaciones y asumir que todos somos iguales, sin estar ni por encima ni por debajo de nadie, sino en las mismas condiciones y, por tanto, dispuestos a aprender de cualquier persona.

La humildad no es humillación y tampoco es renunciar a la dignidad. Una persona humilde no se deja guiar por el ego, sino por el alma, a través de la conciencia, respetando la igualdad y dignidad que todos nos merecemos. Entendido todo esto, me gustaría contarte otra historia que, de hecho, está presente en mi libro Aprendedores. 

Se trata de un relato acerca de la humildad que tiene como protagonista al que ahora es mi socio, un emprendedor de 32 años al que llamaremos Juanpi. Hace 12 años fue uno de mis alumnos de Gestión Comercial en una de las universidades donde fui docente. Era un joven impetuoso de apenas 20 años que siempre demostraba su inteligencia en las aulas. Sin embargo, su falta de humildad denotaba soberbia y ese espíritu le impedía aprender de todos. No solo eso, también le generaba otro inconveniente, que era limitarse a estudiar únicamente lo que para él era importante.

La universidad lanzó un concurso interno para escoger a un grupo de representantes que participarían en la presentación de un proyecto de emprendimiento en los Estados Unidos. Con total seguridad, Juanpi era uno de los estudiantes que yo pensaba convocar; pero cambié de opinión porque en las clases noté que su soberbia era excesiva y eso no le llevaría a ningún lado. Decidí que no quería que fuera parte de mi equipo. 

Como se imaginarán, la reacción de Juanpi no se hizo esperar y no fue precisamente muy amigable, pues dejó de hablarme por algunas semanas. Un día, saliendo del aula, le pedí que conversáramos. Yo entendía su indignación porque, a pesar de reconocer su inteligencia, le había apartado de un proyecto realmente importante. Recuerdo con claridad lo que le dije: “Demuéstrame que puedes ser una persona humilde y, a diferencia de esta vez, que no te hice parte de un proyecto académico, te haré parte de mi proyecto de vida”.

El cambio de Juanpi fue inmediato. A la par que yo trabajaba en aquella iniciativa con las personas seleccionadas, también colaboraba con él en lo que sería uno más de los tantos proyectos fracasados (quieroquejarme.com) que puse en marcha. Él me demostró que estaba dispuesto a cambiar y dejó de ser el muchacho soberbio que había conocido. Hizo un gran esfuerzo por aprender y escuchar las opiniones de los demás.

 Después de un año le pedí que fuera parte de la reapertura de mi agencia de publicad, una de las propuestas más importantes de mi vida de emprendimiento. Juanpi había cumplido con su palabra y yo hacía lo propio con la mía. En los 11 años siguientes hemos compartido todos y cada uno de los emprendimientos que he puesto en marcha, y él ha fracasado tanto como lo he hecho yo, pero también ha participado de todos mis éxitos siempre con humildad. (O)

loading next article
10