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Los individuos virtuosos inspiran a otros a través de sus acciones, creando un círculo virtuoso a todos los niveles. La honradez en los negocios, la justicia en los sistemas jurídicos y la empatía en las interacciones sociales son algunos ejemplos de cómo las virtudes determinan el tejido social.

23 Junio de 2023 12.04

En nuestra vida cotidiana, realizamos una multitud de actividades que no solo definen nuestro carácter personal, sino también las sociedades en las que vivimos. Cada acción, minúscula y aparentemente intrascendente, tiene el potencial de ser un agente de cambio social. Si analizamos detalladamente esta suma de actos, nuestra capacidad de influencia social es enorme. El ejemplo personal, a veces, es más poderoso que el cargo más alto de gobierno. ¿Cómo puede ser eso posible? Nuestras acciones diarias, si están basadas en un comportamiento virtuoso, generan un impacto profundo y de largo plazo en la sociedad. Las personas virtuosas generan sociedades virtuosas. Lo contrario también aplica: los vicios personales normalmente se convierten en vicios sociales.

Las virtudes no son algo con lo que nacemos, sino que se nutren y cultivan con el tiempo. La familia y la comunidad desempeñan un papel vital en este proceso de desarrollo. Dentro de la unidad familiar, desde niños aprendemos virtudes fundamentales como la bondad, la honestidad y la empatía a través de las interacciones con nuestros padres y hermanos. Aquí desarrollamos esa voz interior que nos seguirá durante años: la voz de nuestras madres o padres, que a manera de conciencia nos habla cuando nos alejamos de una vida virtuosa. Esa voz es un recordatorio de las normas sociales que hacen una sociedad saludable.

A medida que crecemos, la comunidad forma aún más nuestro carácter, exponiéndonos a diversas perspectivas, culturas y valores. En este proceso, también descubrimos actitudes alejadas de las virtudes, actitudes que no solamente nos hacen daño individualmente, sino también a la sociedad. Es sencillo caer en actitudes no virtuosas cuando estas se han vuelto una norma en la sociedad. Pero también es sencillo no caer en ellas. Entendiendo la relevancia social de cada uno de nuestros actos, podremos decir "no" fácilmente a actitudes no virtuosas.

Las sociedades, en su esencia, son un reflejo de las virtudes colectivas de sus individuos. Cuando un número significativo de personas de una sociedad encarna virtudes como la integridad, la tolerancia y la justicia, por poner algunos ejemplos, la sociedad florece. Las acciones virtuosas empiezan a determinar el funcionamiento de la sociedad, desde la gobernanza y las instituciones hasta las interacciones económicas y la dinámica social. Una sociedad guiada por las virtudes se nutre de la confianza, el respeto mutuo y la cooperación. Los individuos virtuosos inspiran a otros a través de sus acciones, creando un círculo virtuoso a todos los niveles. La honradez en los negocios, la justicia en los sistemas jurídicos y la empatía en las interacciones sociales son algunos ejemplos de cómo las virtudes determinan el tejido social.

Reconozcamos la profunda influencia de las acciones individuales en la sociedad. Es a través de la acumulación de innumerables actos virtuosos como una sociedad puede progresar y evolucionar hacia un objetivo de bienestar y de justicia. Por el contrario, la acumulación de actos no virtuosos puede conducir a la erosión de los valores sociales y al crecimiento de comportamientos negativos considerados "normales" como la corrupción, la discriminación y la injusticia. 

Examinemos cómo interactuamos con los demás, cómo enfocamos nuestro trabajo y cómo tomamos decisiones: todos estos actos pueden ser virtuosos y pueden influir positivamente en nuestra sociedad. Si así lo hacemos, nuestro compromiso individual con la práctica de las virtudes se convertirá en un poderoso catalizador de cambio positivo, además, será un legado social inmenso para las siguientes generaciones. 

Aspiremos a tener el poder, la valentía y la determinación de cambiarnos a nosotros mismos para influir positivamente en la sociedad y ser recordados como personas virtuosas que conscientemente decidieron ser mejores cada día, y lo lograron.  (O)

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