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En el ámbito económico, la prospectiva adquiere una relevancia singular. La economía global es un sistema complejo, interconectado y propenso a fluctuaciones imprevistas. La capacidad de anticipar los diferentes escenarios económicos previsibles es fundamental para la resiliencia y el crecimiento sostenible.

23 Julio de 2025 15.45

La sociedad contemporánea se encuentra inmersa en un dinamismo sin precedentes. Los cambios se suceden a un ritmo vertiginoso, impactando cada esfera de la existencia humana. En este escenario, la capacidad de anticipar, comprender y, en última instancia, influir en el devenir de los acontecimientos se ha vuelto crucial. Es aquí donde la prospectiva, como disciplina social, emerge con una pertinencia innegable. Lejos de ser una mera "futurología" esotérica, la prospectiva se erige como una herramienta científica y rigurosa para auscultar los futuros posibles y construir los deseados. Un reto ambicioso pero alcanzable.

En su concepción moderna, la prospectiva tiene sus raíces en la segunda mitad del siglo XX, impulsada por la necesidad de comprender y gestionar la complejidad creciente del mundo post-guerras mundiales. Sus objetivos primordiales son desvelar los futuros posibles, identificar los riesgos y oportunidades emergentes.  

Las corrientes principales de la prospectiva se diversifican, pero comparten un enfoque común en la anticipación y la acción. Su aceptación en los medios científicos ha crecido significativamente. Ha trascendido las fronteras de las ciencias sociales para integrarse en disciplinas como la economía, la ingeniería, la planificación urbana, la salud pública.

A pesar de su evidente utilidad, los análisis prospectivos enfrentan desafíos considerables en el contexto actual. Uno muy poderoso es el predominio del conocimiento fragmentado y respaldado por datos y hechos aislados, sin una consideración profunda de los contextos y el estado real de las necesidades sociales. La avalancha de información y la inmediatez de la era digital pueden llevar a una visión sesgada, donde se prioriza lo tangible y medible sobre lo sistémico y cualitativo. Esta atomización del conocimiento dificulta la construcción de visiones holísticas, esenciales para una prospectiva robusta.

Asimismo, la pérdida de vigencia de la planificación a largo plazo y de las políticas públicas consensuadas obstaculiza la implementación de los hallazgos prospectivos. La búsqueda de resultados a corto plazo menoscaba la capacidad de los gobiernos para comprometerse con visiones estratégicas de futuro. A esto se suma la falta de pensamiento crítico, que puede llevar a la aceptación de narrativas simplistas, dificultando el debate informado sobre los futuros posibles y deseables. Finalmente, los sistemas educativos anacrónicos y discordantes con las necesidades específicas de la sociedad agravan la situación. Un sistema educativo que no fomenta el pensamiento prospectivo, la capacidad de análisis contextual y la conciencia de la diversidad contribuye a perpetuar la visión fragmentada del mundo y limita la participación ciudadana en la construcción de futuros inclusivos.

En el ámbito económico, la prospectiva adquiere una relevancia singular. La economía global es un sistema complejo, interconectado y propenso a fluctuaciones imprevistas. La capacidad de anticipar los diferentes escenarios económicos previsibles es fundamental para la resiliencia y el crecimiento sostenible. La prospectiva permite identificar los factores de riesgo (como crisis financieras, desastres naturales, pandemias o cambios geopolíticos) y las oportunidades emergentes (como nuevas tecnologías, mercados o patrones de consumo). Al proyectar estos escenarios, los tomadores de decisiones pueden emprender acciones proactivas. En este sentido, la prospectiva no es solo un ejercicio de previsión, sino una hoja de ruta para la acción. 

El gobierno tiene la responsabilidad primordial de liderar este proceso, integrando la prospectiva en la formulación de planes de desarrollo. Sin embargo, la prospectiva no es una tarea exclusiva del Estado; requiere la participación activa de todos los estamentos de la sociedad: la Comunidad Científica, la Academia, los Gremios. Esta participación intersectorial permitirá que la prospectiva en Ecuador sea un reto asumido con responsabilidad y visión de futuro para superar la inercia del presente y construir un camino hacia un porvenir más próspero. 

La prospectiva nos invita a no ser meros espectadores del futuro, sino arquitectos de nuestro propio destino. (O)

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