Para cuándo la digitalización de los trámites públicos
Pedro Maldonado Ordóñez Editor
Pedro Maldonado Ordóñez Editor
Siempre es igual. Los trámites en el sector público, en algún punto, se topan con un pedido que no se entiende en tiempos digitales: traiga dos copias de la cédula y, según sea el caso, de la matrícula del auto, la planilla de la luz, la escritura de la casa, la partida de nacimiento, la licencia de conducir o el papel que el lector se imagine.
Cumplir una diligencia en una oficina pública es garantía de éxito para quienes tienen una copiadora cerca de una institución estatal y de incredulidad para los ciudadanos que debemos cumplir algún trámite en cualquier entidad del sector público. Es una historia que se repite a diario, cada semana, cada mes y así, al parecer, hasta el infinito. ¿Por qué siempre nos piden copias, copias y copias?
No importa si uno ya recibió el comprobante de pago y el turno respectivo en el correo electrónico. Igual nos toca imprimir ambos papeles y llevarlos, sin una sola arruga, en una carpeta, a la entidad correspondiente y entregárselo al funcionario que nos atiende. Tampoco importa llegar con 20 o 30 minutos de anticipación, estamos obligados a esperar decenas de minutos (a veces sentados y otras veces de pie) para ser atendidos.
Todo esto pasa mientras los avances de la economía y los servicios digitales avanzan cada vez más rápido, con uso de aplicaciones móviles, inteligencia artificial, blockchain y otras soluciones propias del siglo XXI. Todas herramientas que ahorran tiempo y permiten que los ciudadanos y las empresas sean más eficientes en el manejo de un recurso tan importante como el tiempo.
En estos tiempos de clicks y pantallas, es mínima la información de la ciudadanía que no está digitalizada. Desde el RUC, hasta la placa del auto, o desde el número telefónico hasta la patente municipal. Las instituciones del Estado, los municipios, prefecturas y otras entidades tienen esa información, pero al parecer no la saben gestionar y por eso siempre volvemos a la copia (a color a blanco y negro), benditos papeles que se amontonan y empolvan en cajones y escritorios de la burocracia.
Estamos ante un tema de gobernanza digital y uno de los mejores ejemplos en esta materia es Estonia. Esta pequeña nación del norte de Europa, con apenas 1,4 millones de habitantes, se puede jactar de tener casi todos sus servicios públicos en línea. 30 años atrás, el gobierno de este país que fue parte de la Unión Soviética, trazó un plan de largo aliento y así surgió e-Estonia, la iniciativa para volver eficientes las interacciones de los ciudadanos con el Estado.
Marcada por asombrosos paisajes naturales y una enorme biodiversidad, Estonia es pionera en el uso de blockchain a nivel gubernamental. El gobierno se apalancó en la economía digital para facilitar la movilidad, la salud, la inversión en nuevos negocios, la educación y otras áreas fundamentales para el desarrollo de una sociedad. Dudo mucho que allá y en muchos otros países los ciudadanos deban imprimir o sacar copias de sus documentos par cumplir un trámite.
Ecuador tiene mucho que aprender de ese país. Con instituciones públicas enfocadas en el tema, con la inteligencia artificial bien aplicada en sectores estratégicos y con la voluntad política suficiente, estamos seguros de que el país puede dar un salto cualitativo en la digitalización de los trámites del sector público, con el consiguiente ahorro de recursos estatales y con la satisfacción que eso traerá a los ciudadanos. (O)