¿Ustedes venderían un porcentaje o el 100% de su 'hijo'?
¿Qué harían si alguien quiere comprar una parte o todo su negocio? ¿Cómo reaccionarían si aparece un inversionista que se interesa por esa idea que funciona y desea colocar capital para hacerla crecer? ¿Venderían esa idea  la que le dedicaron incontables horas, bastante dinero y hasta lágrimas?

Un emprendimiento implica tiempo, dinero, amor y constancia. En el factor tiempo están en juego las 24 horas del día y los 7 días de la semana, lo que significa dejar de lado a la familia, a los amigos, los pasatiempos y más actividades personales.

En el tema del dinero, los emprendedores acuden a toda fuente de financiamiento: familia, socios, bancos, cooperativas, inversionistas ángeles, etc. Y muchas veces con alto riesgo de incumplir pagos y quedar endeudados. El amor hacia el emprendimiento es difícil de medir, pero por lo general hay mucho, es un amor especial, de una sola vía y por eso mismo es diferente.

Y el último elemento, el de la constancia, ya depende de cada persona, del interés que ponga en esa idea, de la atención que le brinde día a día. Eso sí, los cuatro elementos mencionados se complementan, son como las cuatro patas de una mesa o los cuatro neumáticos de un automóvil. La solidez y capacidad de avanzar depende de esos cuatro ingredientes.

Los emprendedores que han fracasado (la mayoría) y los que han triunfado (luego de varios fracasos) saben bien de esta combinación. Entienden que son factores fundamentales para que esa idea crezca. Es tanta la dedicación que muchos ven a sus emprendimientos como a sus hijos.

Sí, como hijos a  los que dedicaron tiempo, dinero, amor y constancia. Y mucho más. Los emprendedores concibieron la idea, buscaron el momento para empezar, pensaron la manera de asegurar económicamente su crecimiento, quisieron siempre su bienestar, estuvieron pendientes de sus logros y sus tropiezos.

Por eso al hablar con los emprendedores siempre surgen estas preguntas. ¿Qué harían si alguien quiere comprar una parte o todo su negocio? ¿Cómo reaccionarían si aparece un inversionista que se interesa por esa idea que funciona y desea colocar capital para hacerla crecer? ¿Venderían esa idea  la que le dedicaron incontables horas, bastante dinero y hasta lágrimas?

Las respuestas son variadas: “No, nunca, esa idea es mía y yo la hice crecer”. “No por el momento”. “Probablemente en unos años, cuando el negocio se consolide”. “Estoy abierto a toda propuesta”. “Claro, para eso son los negocios”.

Quienes se dedican a 'tener hijos' para venderlos a la primera propuesta son empresarios consumados. Estos últimos tienen un olfato más desarrollado para los negocios y a veces ganan y otras veces aprenden.

El tema está abierto, las 'criaturas' de los emprendedores siguen creciendo, unas bajo la atenta mirada de sus progenitores y otras bajo la tutela de mujeres y hombres de negocios. Queda la pregunta ¿Ustedes venderían un porcentaje o el 100% de su 'hijo'? (O)