Vergüenza, ira, rechazo
¿Alguien en sus cinco sentidos puede comprender este suicidio político al que le someten a todo el país?, que incinera el futuro, crea más pobreza y le importa un pepino a estas coaliciones políticas perversas convertidas en mecanismo adictivo de demolición de la democracia, los recursos y el bienestar colectivo.

Hay un frase lapidaria sobre la previsibilidad de la política atribuida al lluro Córdova, ex presidente del Ecuador mientras mantenía una curul en el congreso nacional que conmueve por su absurdo conceptual: “en política es posible tostar granizo”, pero que en la práctica lo vemos nuevamente en estos tiempos de insensatez contagiosa de una gran mayoría de dirigentes políticos ecuatorianos. O mejor aún, que ha llegado a ser el imperio de la “razón de la sinrazón”, al punto de que ha puesto sobre el tapete público un dilema constitucional, cuya secuela sin duda traerá un ambiente cargado de incertidumbre conducente de una nueva interdicción en el futuro del país, justo cuando parecía que el horizonte marcaba opciones alentadoras para la corrección de muchos daños especialmente sociales, pero que requieren coherencia para su ejecución. Otra vez, la mala política, aquella perversa hace su aparición y nos quiere hacer una pasada.

De que otra forma se puede explicar tanto desatino que emana de la Asamblea Legislativa cuando lo que debería esperarse es algún grado de compromiso y consistencia con la atención de los problemas nacionales. Se ve que las motivaciones están encarriladas a romper el sistema democrático, a imponer otra vez decisiones que sin duda alguna pondrán de rodillas a todo el sistema económico, empezando por los pobres pues no verán cristalizarse nuevas oportunidades de trabajo ya que la inversión privada se hará humo  mientras se destrozan las cuentas fiscales que, con tanto esfuerzo se las busca reencausar (dentro de una pandemia moral que saca pus todos los días), para tener una economía creíble, confiable, transparente, ética que consolide un ambiente de estabilidad y permita atenuar las inequidades.

De nada vale entender como funciona una sociedad democrática. De nada sirve los juramentos de fidelidad con la constitución y las leyes. De nada sirve el diálogo para construir un país del entendimiento, si lo que se busca está escondido  en sofismas clamorosos y mucho desentendimiento de conveniencia circunstancial que llega a lo demencial.

Vergüenza, ira, rechazo se siente por las provocaciones políticas anarquizantes que no tienen límite pues hacen tabla rasa de la Constitución, de la verdad, de los hechos, del honor de todos, de la lógica funcionalidad de las instituciones públicas en especial de la justicia, del desafío a los mas elementales  principios de la política económica; y, lo más doloroso es que dejan un olor putrefacto sobre el incumplimiento de las responsabilidades personales (penales en su gran mayoría) por los actos realizados cuyo mensaje promueve la vivencia de una impunidad trastornante. ¿Alguien en sus cinco sentidos puede comprender este suicidio político al que le someten a todo el país?, que incinera el futuro, crea más pobreza y le importa un pepino a estas coaliciones políticas perversas convertidas en mecanismo adictivo de demolición de la democracia, los recursos y el bienestar colectivo.(O)