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Liderazgo

Preguntas calificadas: la importancia de saber preguntar en épocas de IA

Diego Pasjalidis Director, conferencista y autor especializado en innovación

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Hoy no necesariamente gana quien tiene todas las respuestas, sino el que sabe hacer las preguntas correctas. Y para eso, hace falta algo que ni la tecnología ni los algoritmos pueden suplir: pensamiento crítico, aprendizaje constante y criterio contextual.

29 Septiembre de 2025 12.43

Vivimos en una era donde las respuestas sobran: buscadores, chatbots, foros, rankings, gurúes digitales y algoritmos nos devuelven millones de datos en milésimas de segundo. Lo que escasea, en cambio, son las preguntas que realmente valen la pena.

Un ejemplo clásico lo vemos en el mundo de la formación ejecutiva: cientos de profesionales cada mes le preguntan a la IA: "¿Dónde conviene estudiar un MBA?". Y, aunque es una pregunta legítima, es limitada porque parte de una suposición que puede no ser cierta: que estudiar un MBA es la mejor opción para esa persona.

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La pregunta correcta, la pregunta verdaderamente calificada, podría ser: "¿Qué posgrado me conviene hacer si soy abogado, tengo 34 años, trabajo en una empresa de energía, quiero liderar proyectos de transición sustentable y proyectarme regionalmente en el sector de energías renovables?"

Esa pregunta ya no se responde con un ranking genérico, sino con criterio, con conversación, con estrategia. Se activa un proceso de reflexión profunda para la persona, de acuerdo a su formación, necesidades e intereses. Y, sobre todo, se abre la posibilidad de respuestas que antes ni siquiera estaban sobre la mesa.

La nueva brecha: saber preguntar

Durante años, el conocimiento fue escaso y las respuestas costaban tiempo y esfuerzo. Hoy, la situación es inversa: la información es abundante y las respuestas son inmediatas. El nuevo cuello de botella está en la formulación de la pregunta.

No se trata solo de comunicación efectiva, sino de pensamiento crítico y formación constante. Porque solo quien entiende el contexto y domina las herramientas puede afinar su pregunta con claridad.

Tomemos otro ejemplo: un empresario que no tiene formación tecnológica quiere hacer más eficiente su negocio podría preguntarse: "¿existe alguna app que me ayude a trabajar mejor?". Y recibirá miles de resultados, la mayoría irrelevantes.

En cambio, alguien con formación en tecnología y modelos de negocio podría preguntar: "¿qué herramientas de automatización puedo integrar en mi flujo de ventas B2B para reducir el ciclo de conversión y mejorar el seguimiento de leads sin incrementar el headcount del equipo?"

Les comparto un caso real que conocí: una pyme industrial le preguntó a una IA "¿Cómo digitalizo rápido mi operación?". La respuesta fue implementar un CRM de última generación. Invirtieron miles de dólares, pero sin adaptar procesos internos ni capacitar al equipo. Resultado: la herramienta no se usó, y el proyecto fracasó. Si la pregunta hubiese sido "¿Qué cambios de procesos y tecnología pueden mejorar mi rentabilidad sin perder cercanía con mis clientes?", la solución hubiera sido otra, menos costosa y más efectiva.

Esa diferencia no es menor. Es la diferencia entre navegar sin mapa y trazar una ruta precisa.

Aprender a aprender, a reaprender y a desaprender

La clave para formular buenas preguntas está en un proceso que muchos mencionan, pero pocos ejercitan con rigurosidad: el aprendizaje constante.

Aprender a aprender implica tener metodología, intención y conciencia sobre cómo incorporamos nuevo conocimiento. Aprender a reaprender significa revisar lo que dábamos por hecho, reentrenar nuestra mente ante contextos que cambiaron, desactivar automatismos.

En este proceso, desaprender es la parte más desafiante: dejar ir modelos mentales que fueron útiles, pero hoy nos limitan. Preguntar bien es resultado de esas tres capacidades juntas porque quien no se forma, formula desde el desconocimiento, y quien no reentrena su mirada, repite preguntas que antes funcionaban, pero hoy están caducas.

La IA no resuelve la pregunta mal hecha. La inteligencia artificial no reemplaza el pensamiento, lo amplifica; pero lo amplifica en la dirección en la que uno la influye.

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Una pregunta viciada, ambigua o limitada producirá una respuesta elegante, pero igual de superficial. En cambio, una pregunta precisa, contextualizada y desafiante puede abrir escenarios de innovación, eficiencia y estrategia.

La inteligencia artificial no reemplazará al talento humano, pero sí lo va a poner más en evidencia (especialmente cuando el talento humano no sepa preguntar "bien"). Esto aplica al liderazgo, a la estrategia de negocios, a la educación ejecutiva y a la vida profesional en general. La próxima revolución no vendrá de los algoritmos, sino de las personas que sepan dialogar con ellos desde una mirada calificada.

Lo que preguntamos revela cómo pensamos

Cada pregunta que hacemos revela más de nuestra estrategia que muchas de nuestras respuestas. Y en un mundo donde la velocidad es clave, preguntar bien es una forma de acelerar, evitar desvíos, reducir el ruido y enfocar la energía. Un pensamiento atribuido a Einstein indica que si tuviéramos tan solo una hora para resolver un problema y nuestra vida dependiera de la solución, deberíamos pasar los primeros 55 minutos determinando la pregunta adecuada que debemos hacer... porque una vez que sepamos la pregunta adecuada, podríamos resolver el problema en menos de cinco minutos.

No se trata de tener todas las respuestas. Se trata de dominar el arte de hacer preguntas que valgan la pena.

¿Estamos haciendo la pregunta correcta? Porque si no lo estamos haciendo... ninguna respuesta te va a llevar a donde queremos ir. Tal vez hoy, más que nunca, saber preguntar es una parte vital para liderar e innovar.

 

(*) Diego Pasjalidis es director de posgrados y maestrías de ITBA, conferencista y autor especializado en innovación. 

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