Durante décadas, el aguardiente en Ecuador fue visto como una bebida popular, asociada a celebraciones familiares o de consumo cotidiano. Para muchos consumidores sofisticados, no era un destilado digno de las barras premium ni de los mercados internacionales.
Esa percepción cambió en el corazón del Valle de Yunguilla, en Azuay, donde tradición, innovación y visión empresarial se unieron para transformar un producto local en un destilado capaz de competir con tequilas, piscos y grappas. Herencia del Valle, creado por Embotelladora Azuaya (EASA), es el primer aguardiente premium del país. Su propósito es claro: dar al consumidor ecuatoriano y al amante global de destilados auténticos una opción que combine raíces con sofisticación.
Una historia que nace en el valle
El origen está en la caña de azúcar cultivada por más de seis décadas por los cañicultores del Austro. A 1.400 metros sobre el nivel del mar, en la zona tropical de Azuay, el clima fresco concentra sabores únicos. Cada corte de caña es un ritual; cada fermentación, una herencia transmitida de generación en generación. "Queremos que el ecuatoriano lo reconozca, lo valore y que el mundo lo disfrute", resume Jorge Talbot, presidente ejecutivo de EASA.
Más que un producto, Herencia del Valle es un legado: rescata la memoria de sus antecesores y la convierte en símbolo de orgullo nacional. EASA entendió que el ecuatoriano merecía un aguardiente que no lo avergonzara, sino que lo representará con orgullo dentro y fuera del país.
Tradición que se transforma en innovación
El aguardiente se elabora con un proceso tan riguroso como sofisticado: destilación en alambique de cobre, maduración de seis meses en barricas de roble blanco de baja tostura y un triple filtrado en carbón activado. El resultado es una bebida de perfil aromático limpio, con notas frescas y un final balanceado. Este "grado mágico", como lo llaman sus creadores, lo hace ideal tanto para expertos como para consumidores jóvenes que buscan autenticidad sin sacrificar suavidad. Herencia del Valle rompe estigmas: eleva una tradición popular al nivel del lujo.

El reconocimiento internacional
En 2024, apenas en su año de lanzamiento, Herencia del Valle viajó a Bruselas para presentarse en Spirits Selection by CMB, uno de los certámenes más exigentes del mundo. Allí obtuvo la Medalla de Oro y se impuso en una categoría dominada históricamente por piscos peruanos, grappas italianas y tequilas mexicanos.
Un año después, en 2025, conquistó también a los jueces de la San Francisco World Spirits Competition, el escenario más influyente de la industria, y se alzó con la Medalla de Plata. Estos reconocimientos no son simples adornos: validan, con catas a ciegas de expertos internacionales, que Ecuador tiene un destilado con identidad y calidad global.
Embajador cultural de Ecuador
Herencia del Valle no busca masificación. Su estrategia apunta a nichos premium en mercados como Estados Unidos, Italia, España y China. Es un destilado para quienes valoran la exclusividad y la historia detrás de cada sorbo. Su versatilidad también lo distingue. Puede disfrutarse solo, servido en un vaso, o integrarse en coctelería de autor. Su suavidad lo ha convertido en favorito de mujeres y jóvenes que antes evitaban el aguardiente tradicional y ahora encuentran en él un destilado sofisticado pero cercano.
Más que un licor: una transformación cultural
Con cada botella, Herencia del Valle envasa un mensaje: Ecuador no solo es tierra de cacao, café o rosas de calidad mundial. También puede producir un aguardiente que compita con la élite internacional. Este proyecto combina identidad, innovación y orgullo. Es la reivindicación de un producto históricamente popular, elevado a categoría premium. Y es, sobre todo, un recordatorio de que la excelencia hecha en Ecuador puede escribirse en los mejores escenarios del mundo.
La verdadera herencia del valle no está solo en la caña, sino en la capacidad de transformar tradición en futuro. Hoy, al brindar con Herencia del Valle, el consumidor no sostiene únicamente un destilado: sostiene la prueba de que Ecuador puede conquistar Bruselas, San Francisco y cualquier rincón del planeta. (I)