En una entrevista concedida para el especial Apostando por el Ecuador de Forbes Ecuador, el gerente general de Novacero, Ramiro Garzón, realizó un repaso exhaustivo por la historia, evolución, estructura y proyecciones de la empresa que hoy lidera el sector acerero del país. La compañía, que nació hace más de cinco décadas con capital estadounidense, pasó por manos extranjeras y nacionales, y se transformó en una industria sólida que combina producción, reciclaje, tecnología y enfoque social.
"Estamos cumpliendo 52 años de vida institucional en este julio", explica. El origen se remonta a la década de los setenta, cuando el grupo Armco (American Rolling Milling Company) llegó al Ecuador tras el auge petrolero. La primera planta fue instalada en el sur de Quito, en el kilómetro 14 y medio, como parte de un parque industrial. Se enfocaron inicialmente en productos viales como alcantarillas, guardavías y puentes. "Si Ecuador tiene petróleo y va a tener que ingresar hacia el Oriente, lo que va a necesitar son carreteras", fue el razonamiento de la matriz.
Diez años más tarde, en 1983, la compañía compró tres fábricas en la zona industrial de Lasso. La primera fabricaba estructuras metálicas, la segunda tenía un tren de laminación, y la tercera producía perfiles y tuberías. La expansión coincidió con un incentivo estatal de exoneración tributaria por una década. Sin embargo, Armco no ejecutó grandes inversiones adicionales y en 1992 decidió vender la operación a un grupo suizo. Dos años después, en 1994, esta operación fue asumida por capital ecuatoriano.
Ese cambio fue crucial. "Con el ingreso del grupo ecuatoriano entramos a marcar un cambio sustancial", señala Ramiro. Él mismo ingresó como ingeniero junior hace casi cuatro décadas y fue testigo de su transformación. "Lo que hemos hecho todo el tiempo es reinvertir", añade. Desde 1994 hasta hoy, la inversión acumulada supera los US$ 350 millones. La primera, bajo gestión nacional, no superó los US$ 60.000, pero sentó la base para una política empresarial de expansión sostenible.
Actualmente, la firma cuenta con 1.315 colaboradores. La mayoría, más del 50 %, trabaja en el complejo de Lasso; el 30 % en Guayaquil; el 20 % restante en Quito, y unas 10 personas en una pequeña oficina y bodega de distribución en Cuenca. Durante la crisis sanitaria por la pandemia de Covid-19, decidieron preservar la plantilla laboral. "Les dije: deberíamos ser la mitad, pero vamos a mantenernos todos", indica Ramiro. El acuerdo consistió en operar con jornadas reducidas y turnos divididos para mantener a todo el equipo con apoyo mutuo.

Opera tres establecimientos industriales. En Quito se fabrican estructuras metálicas, columnas, vigas, alcantarillas, guardavías y puentes. En Guayaquil, su planta más moderna, produce tubería redonda, cuadrada y rectangular de distintos calibres y cubiertas metálicas, como Duratex, Stylox y AR 2000, utilizadas tanto en vivienda económica como en galpones agroindustriales. También fabrican paneles aislantes con poliuretano para cuartos fríos o bodegas logísticas. En Lasso se ejecuta el proceso de fundición de chatarra, con un enfoque de economía circular, y la transforman en acero líquido para obtener productos como varilla microaleada, mallas metálicas, perfiles, ángulos, platinas y alambre de amarre.
Desde allí, se procesaron más de 2,5 millones de toneladas de chatarra nacional. "La chatarra no es basura, es oportunidad". Ese modelo fue replicado a escala nacional a través de su empresa hermana Novared, que agrupa a 60 microempresarios recicladores y más de 900 puntos de recolección en todo el país. Conforman la red más de 12.000 recolectores de base que alimentan el sistema, especialmente en zonas urbanas y rurales. "Tú tienes que ser honrado y ordenado, el resto te enseñamos nosotros", cuenta Ramiro sobre cómo los integraron.
El modelo de reciclaje no se enfoca solo en acero. Novared también recolecta cartón, plástico, vidrio, cobre y otros residuos valorizables. En ciertos casos, los materiales son reprocesados o vendidos a industrias aliadas que trabajan con esos insumos. Incluso desarrollaron productos propios como postes de cerramiento y pallets fabricados a partir de plásticos no valorizados por la industria tradicional. "No es justo que esa persona que sale a recorrer las calles solo recoja la parte metálica. Si ya están afuera, que recojan todo lo que pueda reprocesarse".
Este centro cuenta con sistemas de separación y clasificación que permiten extraer valor de subproductos como escoria y humo industrial. La escoria, al contener óxidos de hierro, es vendida a cementeras tras ser fragmentada y cribada. El humo capturado en sistemas de filtración contiene hasta un 40 % de zinc, que actualmente se exporta a Asia.
Otro subproducto reutilizado es el CDR, un residuo con poder calorífico que se entrega a cementeras como sustituto parcial del carbón. En 2024 instalaron una planta clasificadora de residuos, donde se fragmentan motores, electrodomésticos o vehículos. Separan con imanes el acero y recuperan cobre, aluminio, acero inoxidable y componentes electrónicos. Envían los residuos finales a las industrias correspondientes. "Todo esto lo hacemos para ser net zero. Lo que generamos lo reutilizamos", enfatiza.
En paralelo, mantienen una inversión sostenida en automatización industrial. En Guayaquil, por ejemplo, se produce tubería desde 0,75 mm hasta 8 mm de espesor, con acabados y formatos personalizados. En todas sus instalaciones incorporaron tecnología de corte y doblado automático de varilla, para así mejorar la eficiencia del trabajo en obra y reducir desperdicios.
La precisión en el suministro de varilla a medida también impulsó la implementación del modelo BIM (Building Information Modeling), que Novacero promueve como estándar para mejorar la planificación y ejecución en obras. "Queremos exportar conocimiento", explica este ejecutivo. También participan en la industrialización del proceso constructivo, entregando componentes listos para ensamblar, con lo cual se ahorra tiempo, materiales y recursos en obra.
En el área formativa, se capacitó a 1.660 maestros de la construcción con un programa de 120 horas avalado por el Ministerio de Educación. Los participantes reciben un carnet profesional que valida su conocimiento en lectura de planos, estructura, instalaciones eléctricas y sanitarias. "Sabemos dónde vive y qué formación recibió. Es una forma también de seguridad", indica. Además, más de 1.300 recicladores recibieron formación técnica y apoyo en buenas prácticas de recolección y manejo de residuos.
La organización también impulsa emprendimientos entre las familias de sus colaboradores. Brindan formación en habilidades básicas de negocio, acompañamiento y capital semilla para impulsar pequeños comercios. "Hoy, como dicen los adultos mayores, hay que lavarse la cara con las dos manos. Es decir, un ingreso no siempre es suficiente", dice este empresario.
En 2024, la organización cerró con ingresos cercanos a los US$ 330 millones. Es el tercer año consecutivo que lidera el sector siderúrgico en Ecuador. No cuenta con tiendas propias, sino que opera con una red de cerca de 1.000 distribuidores en todo el país. Muchos de estos comenzaron como pequeños revendedores en patios o garajes y hoy manejan redes de hasta 25 locales. "La mayor satisfacción es ver que cuando ellos crecen, nosotros también crecemos", afirma Ramiro.
Además del mercado nacional, exportan productos a Perú, Colombia, Centroamérica y Bolivia, aunque este último enfrentó recientemente restricciones por escasez de divisas. Ofrecen soluciones a distintas industrias. Cerca del 80 % de su negocio está vinculado a la construcción; el 20 % restante corresponde a sectores como agroindustria, manufactura exportadora y obras públicas.
Entre los retos estratégicos que identifica la empresa, está la necesidad de sostener su liderazgo y anticiparse a los cambios tecnológicos. "Si estamos liderando un negocio, todos quieren bajarnos", afirma. Para ello, se certificaron bajo la norma ISO 50001 de eficiencia energética e impulsa una agenda de innovación para descarbonizar su cadena productiva. Actualmente, produce acero con chatarra reciclada, lo que genera apenas 0,5 toneladas de CO₂ por tonelada de acero líquido, frente a las 2 toneladas que produce el acero a partir de mineral de hierro. "Usamos energía hidráulica, una fuente renovable. Eso nos permite hablar de acero verde".
La compañía monitorea avances internacionales en impresión 3D con polvo de acero, fundición con hidrógeno y nuevos usos de subproductos. Si bien algunas tecnologías aún no son viables comercialmente, Novacero quiere estar preparada. "Estamos pendientes de eso... todavía no es comercialmente viable, pero es el futuro".
Tras casi 40 años en la empresa, 27 de ellos como gerente general, Ramiro resume su experiencia como una maestría vivencial. "He pasado por todas las posiciones. He sufrido junto a mis compañeros. Y la mayor satisfacción es que los accionistas confiaron en nosotros y nos permitieron construir lo que hoy somos". (I)
*Nota publicada originalmente en la edición impresa agosto / septiembre, 2025