Diplomacia y defensa integradas en la seguridad
Para Estados como Ecuador, la seguridad debe combinar defensa nacional, diplomacia y alianzas estratégicas, preservando la soberanía y protegiendo a la población en un entorno global incierto y altamente competitivo.

La seguridad internacional y la estabilidad de los Estados dependen de un liderazgo estratégico y coordinado entre ministerios de relaciones exteriores, defensa y del interior. Esta integración permite articular políticas coherentes frente a amenazas internas y externas, aunque persiste el reto de adaptarlas a un contexto global dinámico y fragmentado.

En el sistema internacional confluyen dos dimensiones que suelen confundirse: la política internacional y el Derecho Internacional. Esta confusión lleva a responsabilizar a las Naciones Unidas por la falta de paz, ignorando que su papel está limitado por las decisiones de las potencias. La ONU se encuentra en una encrucijada: entre el predominio de políticas basadas en el poder militar y económico, y las normas jurídicas internacionales que buscan garantizar paz y estabilidad.

Tras la Guerra Fría, emergió la multipolaridad, cuestionando la hegemonía estadounidense y proponiendo la sustitución del sistema de Bretton Woods. Estados Unidos impulsa su doctrina "América primero", reafirmando su supremacía militar y económica, mientras la Federación Rusa defiende un mundo multipolar y de influencia euroasiática. China, por su parte, combina tradición estratégica con soft power, liderando la globalización a través de proyectos como la Belt and Road Initiative y fortaleciendo su presencia tecnológica y militar en el Indo-Pacífico.

Las tensiones entre multipolaridad y multilateralidad generan inestabilidad. La primera fomenta competencia entre polos sin un poder hegemónico que equilibre; la segunda responsabiliza a las instituciones internacionales por incumplimientos normativos, debilitando su credibilidad. Esto confirma la tesis de Karl Deutsch sobre el crecimiento de la interdependencia global y la reducción de la autonomía de los Estados.

Ante este panorama, algunos países buscan respuestas propias. Alemania lanzó en 2023 su primera Estrategia Nacional de Seguridad, integrando diplomacia y defensa para reforzar la legitimidad de ambas. Estados Unidos, por otro lado, evidenció la difuminación de la frontera entre lo político y lo militar, convocando a sus altos mandos a enfrentar amenazas internas.

Ecuador plantea la seguridad como eje de cohesión y estabilidad nacional, priorizando la unidad territorial e institucional frente al crimen organizado y al narcotráfico. Se han establecido acuerdos de cooperación con socios regionales e internacionales, incluyendo los Estados Unidos y la CAN, además de la creación de una Red de Seguridad Andina. Sin embargo, persisten problemas de coordinación interministerial que limitan la implementación de planes estratégicos, como el Plan Ecuador 2022.

En 2024, el Consejo de Gobierno de Galápagos aprobó un proyecto de seguridad integral en cooperación con EE. UU., lo que abre el debate sobre la presencia de tropas extranjeras y ha motivado un referéndum para reformar la Constitución. Estas medidas buscan enfrentar el narcotráfico y la delincuencia transnacional, aunque implican riesgos de dependencia externa y tensiones internas.

Las políticas de seguridad deben ser preventivas y coherentes para evitar caer en contradicciones o ser superadas por los acontecimientos (Overcome by Events). Su éxito radica en integrar diplomacia, defensa y cooperación internacional, asegurando la resiliencia frente a amenazas híbridas, asimétricas y transnacionales que evolucionan con rapidez.

En conclusión, el escenario internacional se caracteriza por rivalidades entre potencias, tensiones entre normas y poder, y la necesidad de fortalecer la cooperación multilateral. Para Estados como Ecuador, la seguridad debe combinar defensa nacional, diplomacia y alianzas estratégicas, preservando la soberanía y protegiendo a la población en un entorno global incierto y altamente competitivo.(O)