Herencias sagradas
No todas las herencias se escriben con testamentos ni se miden en metros cuadrados. Algunas, las más poderosas, se manifiestan en recuerdos inesperados, en gestos de gratitud que llegan desde la boca de un desconocido, décadas después de que alguien partió. Son herencias invisibles que germinan en la memoria colectiva. Ser bueno, en esencia, es construir un puente con el futuro, uno que quizás no crucemos nosotros, pero sí nuestros hijos y nietos. ¿Cuántos de esos puentes estamos sembrando hoy?